El "Ché Bergoglio", el mejor embajador de la "marca Evangelio"

Tras 55 minutos de encuentro -estaba prevista una visita de apenas un cuarto de hora- el presidente cubano salió impresionado por el recibimiento y la actitud de Bergoglio. Tanto es así, que se comprometió a acudir a todos los actos que Francisco celebre en Cuba, e incluso, "si este Papa sigue así, volveré a rezar y regreso a la Iglesia católica. Y no estoy bromeando", según dijo.
El protagonismo de Francisco en el inminente final del bloqueo de Estados Unidos a la isla es innegable, así como la relevancia que ha alcanzado este Pontificado en el mapa internacional, desde Arizona a Lampedusa, desde Israel a Siria, desde Irak a Nigeria: "el ché Bergoglio" se ha convertido en el mejor embajador de la "marca Evangelio" en el planeta.
De una "marca" que tiene en las Bienaventuranzas y en la revolución de la actitud sus principales reflejos en un mundo acosado por los conflictos y que pide, como agua de mayo, una palabra, un gesto, un abrazo. Motivos para la esperanza. Que este Papa, siguiendo escrupulosamente el Evangelio de Cristo, está aportando.
Y es que, desde que apareciera en el balcón central de San Pedro, hace ahora dos años y dos meses, Francisco ha levantado una corriente de esperanza, de alegría, y a la vez de compromiso. Una Iglesia pobre y para los pobres que no se detiene en lo políticamente correcto, que prefiere pedir perdón a pedir permiso, y que coloca a la misericordia en un lugar que hace años nos habían arrebatado: en el corazón del sentir, del actuar, de los seguidores de Jesús.
Cuba, Nigeria, Irak, Belén, Lampedusa, Filipinas, Roma... se han convertido en Betania, Samaria, Getsemaní, Jerusalén, Nazaret, Gerasa, Emaús... de un camino por recorrer, de una historia por construir. El deshielo en las relaciones Cuba-Estados Unidos supone el fin de una época, el ejemplo a seguir para derribar los muros de intolerancia y prejuicios mutuos, muy comunes en la política... y por desgracia también en la Iglesia.
Y el "Ché Bergoglio", el Papa que destroza los muros con el poder de la oración, del Evangelio, está empeñado en continuar abriendo caminos por los que transitar. Bienaventurados, bienvenidos, camino de Emaús, camino de un nuevo orden mundial. Camino, tal vez, de la paz.