"¿Hay alternativa a la internacional del odio y a sus adalides religiosos?" El virus del odio inoculado por Donald Trump con el apoyo de cristianos y cristianas fundamentalistas

Donald Trump
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"A partir de la crisis económica iniciada en 2008, se ha producido un fenómeno político-religioso a nivel mundial, que ha generado actitudes de odio social en importantes sectores de la población mundial"

"Una de las personas que más ha contribuido a la difusión del discurso y de las prácticas de odio ha sido Donald Trump durante los cuatro años de presidencia de los Estados Unidos"

"El discurso y las prácticas de odio de Trump han contado no solo con el apoyo del Partido Republicano, sino por el movimiento evangélico fundamentalista y también por grupos católicos ultraconservadores y de importantes personalidades de la Iglesia católica, como el cardenal Timothy Dolan"

"Como respuesta a este fenómeno, me he dedicado durante el confinamiento a escribir el libro que acaba de aparecer: Internacional del odio. ¿Cñómo se construye? ¿Cómo se deconstruye?"

"El libro muestra cómo se construye el odio y ofrece una pedagogía para deconstruirlo y propone alternativas para la creación de una sociedad interreligiosa, intercultural y respetuosa de las diferencias"

A partir de la crisis económica iniciada en 2008, se ha producido un fenómeno político-religioso a nivel mundial, que ha generado en importantes sectores de la población mundial actitudes racistas, xenófobas, antisolidarias, individualistas, antiecológicas, racistas, sexistas, etc. Son actitudes propiciadas por organizaciones políticas, sociales, económicas y culturales de extrema derecha, atizadas por líderes políticos como Donald Trump, Jair Messias Bolsonaro, Santiago Abascal, Viktor Orban, Matteo Salvini, Andrej Duda, y legitimadas por movimientos religiosos integristas.

Una de las personas que más ha contribuido a la difusión del discurso y de las prácticas de odio ha sido Donald Trump durante los cuatro años de presidencia de los Estados Unidos, que ha culminado con el asalto -verdadero golpe de Estado frustrado- al Congreso de los Estados Unidos, alentado por él y llevado a cabo por sus seguidores, entre ellos cristianos y cristianas enarbolando la Biblia que portaban junto con las armas para el asalto causando varios muertos. De nuevo se utilizaba la Biblia para legitimar un golpe de estado contra la democracia, como lo hiciera en noviembre de 2019 la diputada católica Jeanine Áñez con el apoyo del Ejército para justificar el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia. Fue el pueblo boliviano quien en unas elecciones libres desbarató la alianza bíblico-militar-fascista y devolvió la democracia al país, lo mismo que ha sido ahora el pueblo estadounidense quien derrotado el neofascismo de Trump.

El discurso y las prácticas de odio de Trump han contado no solo con el apoyo del Partido Republicano, sino con un numeroso e influyente sector del movimiento evangélico fundamentalista, que, en enero de 2020, puso en marcha la campaña “Evangélicos por Trump” para apoyar su candidatura. La organización religiosa Capitol Ministries, apoyada por el vicepresidente Mike Pence, el Secretario de Estado Mike Pompeo, la Secretaria de Educación Betty DeVos, el Secretario de Energía Nick Perry y el Fiscal General Jebb Sessions, ha legitimado su política belicista, ultraneoliberal, xenófoba, patriarcal, racista, negacionista del cambio climático, belicista y generadora de fake news, a través del falseamiento del sentido liberador de los textos de la Biblia judía y la Biblia cristiana.

El apoyo a Trump ha venido también de grupos católicos ultraconservadores y de importantes personalidades de la Iglesia católica, como el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y ex presidente de la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica de Estados Unidos, que mantuvo estrechas relaciones de complicidad con Trump a lo largo de todo su mandado y dirigió la oración en la Convención Nacional del Partido Republicano que confirmó a Trump como candidato a la presidencia de Estados Unidos para un segundo mandato. Legitimaba así religiosamente, al más alto nivel, dicha candidatura.

En las elecciones del 3 de noviembre Donald Trump fue derrotado. Sin embargo, consiguió 75 millones de votos, en torno a nueve millones más que en las elecciones de 2016 cuando fue elegido presidente. Tales apoyos demuestran que su derrota no representa el fin del trumpismo. Todo lo contrario, se mantiene vivo, activo y pujante con más odio, si cabe, acompañado de rabia no contenida y ansias de venganza. No repetirá como presidente de los Estados Unidos, pero ya ha inoculado el virus del odio múltiple del racismo, la xenofobia, el machismo, la LGTBIfobia, etc., no solo en la ciudadanía estadounidense, sino en la población mundial. La derrota incrementará el odio hasta extremos impredecibles. Por eso hemos de estar alerta y responder desde la no-violencia activa a sus provocaciones. Cuenta para ello con el apoyo del presidente de Brasil, actor principal de la Internacional de odio y eficaz predicador del cristo-neofascismo, con algunos de los gobernantes europeos de la derecha y extrema derecha como Orban en Hungría y Duda en Polonia, con algunos líderes políticos como Salvini en Italia, Santiago Abascal, algunos dirigentes del Partido Popular y determinadas organizaciones ultraconservadoras católicas como HazteOír, El Yunke, Infocatólica y la Asociación Española de Abogados Cristianos. Desactivar el discurso y las prácticas de odio no va a resultar fácil, porque están fuertemente arraigados en el imaginario social y cuentan con fuertes apoyos económicos, político y religiosos. Pero hay que intentarlo con una pedagogía adecuada porque están en juego la democracia y la dimensión liberadora de las religiones.

Como respuesta a este fenómeno, que está mutando el mapa político y religioso hasta constituir una grave amenaza para la democracia, me he dedicado durante el confinamiento a escribir el libro que acaba de aparecer: La Internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye? (Icaria, diciembre-2020, 222 páginas), donde ofrezco un riguroso análisis de la nueva relación entre religión y política en América Latina, Estados Unidos y Europa.

La alianza entre la extrema derecha política y los movimientos cristianos fundamentalistas ha dado lugar al nacimiento de una nueva religión que llamo, la Internacional cristo-neofascista, que se alimenta del odio, crece y disfruta con él, lo fomenta entre sus seguidores y lo inocula en la ciudadanía. El odio se dirige contra la llamada «ideología de género» y el feminismo, los colectivos inmigrantes, las personas musulmanas, el movimiento LGTBI, el matrimonio igualitario, la interrupción voluntaria del embarazo, el laicismo, etc. La nueva religión se guía políticamente por la dialéctica amigo-enemigo, religiosamente por la teología de la prosperidad y económicamente por el neoliberalismo a ultranza. Niega el cambio climático, la discriminación y violencia contra las mujeres, se opone a la educación afectivo-sexual en las escuelas e interpreta el coronavirus como castigo de Dios.

El libro muestra cómo se construye el odio, ofrece una pedagogía para deconstruirlo y propone alternativas para la creación de una sociedad interreligiosa, intercultural, interétnica, solidaria con las víctimas del odio, respetuosa de las diferencias, que combine la redistribución igualitaria y el reconocimiento no jerárquico de las diferentes identidades y se aleje del nacionalismo étnico excluyente, del supremacismo, del individualismo neoliberal, de los fundamentalismos religiosos y del doctrinarismo dogmático. Una sociedad comprometida en la construcción de un feminismo del 99%, según la propuesta de Nancy Frazer, y de una mayoría ciudadana contraria al 1% que detenta el poder económico y político en el mundo.

¿Hay alternativa a la Internacional del odio inoculado por Trump y los sectores religiosos fundamentalistas que le apoyan? Sí, y dentro de la propia tradición cristiana que tanto manipulan los cristianos fundamentalistas. La propuso hace veinte siglos el apóstol y primer teólogo del cristianismo, Pablo de Tarso, en la llamada por Ernst Bloch la primera Internacional de la Igualdad: “Ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón o hembra, pues vosotros hacéis todos uno, mediante el Mesías Jesús” (Carta a los Gálatas, 3,28). A partir de este texto, no es posible apelar a Jesús de Nazaret para justificar ningún tipo de discriminación: ni de género, ni de etnia, ni de cultura, ni de religión, ni de clase social. El mismo Pablo desactiva cualquier acción guiada por el odio y propone como alternativa el amor en uno de los más bellos cantos a esta virtud, que puede leerse en la primera carta a los Corintios, 13, 1-13).

Por si hubiere todavía alguna duda sobre el amor como alternativa al odio dentro del cristianismo, es el propio Jesús de Nazaret quien establece la regla de oro en la relación entre los seres humanos, incluso entre adversarios y enemigos: “Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen” (Mateo 5,44). Es la más contundente deslegitimación de la Internacional del odio.  

Juan José Tamayo es profesor emérito de la Universidad Carlos III de Madrid. Sus últimos libros son: La Internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye? (Icaria, Barcelona, 2020); Hermano islam (Trotta, Madrid, 2019, Madrid)

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