Del Bautismo de Niños a la Pastoral de Juventud

Hace unos días (25. 08. 11), tratando de la Pastoral de la Juventud, dejé abierto el tema del Bautismo de los Niños. Se han multiplicado los comentarios, muchos de ellos centrados en el bautismo de los niños (se acercan ya a los doscientos), y por eso me ha parecido bueno retomar este argumento, antes de tratar del principal, que es la Pastoral de Juventud (tema de fondo de la JMJ 2011, tan loada). En ese contexto se pueden vincular de manera inicial cuatro temas:

a. Sentido de le educación religiosa en una sociedad secularizada, con gran crisis de juventud (y abandono de la fe, en grupos significativos de jóvenes).

b. Necesidad de una Pastoral de Iniciación, centrada en paso de la adolescencia a la juventud o, quizá mejor, en el despliegue de la juventud. ¿Puede haber un cristianismo sin Pastoral de Iniciación?



c. Posibilidad de generalizar la práctica de bautismo de adultos (al menos en Occidente), dejando para los niños cuyas familias quieran educarlos en la fe, un tipo de bendición prebautismal (como se ha hecho en diversos momentos de la historia de la Iglesia, que han distinguido los plazos o signos del bautismo).

d. Replantear el tema de fondo de algunos movimientos catecumenales de gran fuerza (como los Kikos) que están optando por una catequesis de adultos, que destacan el “segundo bautismo” (a poder ser en el río Jordán, bajo la Domus Galileae) y dan menos importancia al bautismo de niños (del que podría llegar a prescindirse).
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El tema es complejo y ha sido estudiado por especialistas de historia de la Iglesia y de Catequética en los últimos cien años, sin llegar a conclusiones definitivas. Por otra parte, las aportaciones de los comentaristas han sido tan buenas, tan extensas (con trolls incluidos, cosa inevitable en un espacio como éste)… que me parece conveniente que el tema vuelva a plantearse; quizá no sea esencial en sí mismo (no está en el credo), pero nos sitúa ante un elemento clave de de la fe, expresada en el signo del bautismo.



Si el tema engancha volveré en dos días al “bautismo”, para seguir después con la Pastoral (¿os gusta la imagen pastoral?) de Juventud, que es el tema que he prometido tratar más extensamente, en este cambio de era, en este tiempo de crisis inmensa de la transmisión o encendimiento de la fe (al menos en occidente). Buena semana de fin de Agosto (¡tiempo de Augusto imperial que termina!) a todos.

(Imágenes:
1: bautismo de niños, imagen tradicional
2: bautismo de Jesús, imagen tradicional
3. El río Jordán, símbolo del bautismo... No he querido poner imágenes de grupos cristianos bautizándose en el río de Jesús, pues se pueden manipular. Quede así, el signo de un río, para adultos que se comprometen a realizar la travesía de Jesús.
4. 5. 6: Congreso Eucarístico de Barcelona 1952, que sirvió para abrir la Iglesia Católica de España al mundo entero, con protagonismo de Franco.


1. PUNTOS DE PARTIDA:

Mi ejemplo: Vengo de una sociedad donde el bautismo de los niños era algo esencial. Tendría yo cuatro o cinco años y nació el hijo de una vecina, en cuya casa entrábamos como en la propia. Me enseñó a su niño en la cama y fui a darle un beso. Ella me lo impidió con la mejor sonrisa: ¡No, todavía no está bautizado, ven mañana, después del bautizo y le darás todos los besos que quieras. En aquel contexto el niño nacía de verdad al bautizarse.

Desde entonces las cosas han cambiado mucho… y además la manera de entender la religión es diferente.

El judío en principio nace, de forma que es judío el hijo de judía, lo quiera o no. El cristiano, en cambio, “se hace” (como se sabe desde el siglo II dC).

También el musulmán, conforme a la conciencia mayoritaria del Islam nace… de forma que “renegar” de la religión en que se ha nacido se concibe casi como delito de muerte. A los cristianos, en cambio, en general, no se les pregunta si cambian de religión o no…

Pero actualmente, en el mundo occidental, marcado por la crisis del “padre” (es decir, de los modelos de vida anteriores), en una sociedad en sí secularizada, donde no hay “judío ni griego, musulmán ni ateo…”, sino sólo ciudadanos del mundo, súbditos de la Mamona, el tema está cambiando de forma radical. Nadie parece nacer ya de antemano a una religión (al menos los cristianos), todos han de hacerse.


2. PROBLEMAS ABIERTOS SOBRE EL BAUTISMO DE NIÑOS

1. Los cristianos no lo son por nacimiento, sino por opción, dentro de una comunidad… a través de un proceso “catequético” de renacimiento, que culmina en el bautismo. Por eso, sería normal que se volviera al bautismo de adultos.

2. El movimiento de Jesús no estuvo esencialmente vinculado al bautismo (en contra de lo que sucede en el movimiento de Juan Bautista), pues el Jesús Galileo (después de su período bautista; cf. Jn 3-4) no bautizó... Pero muy pronto, poco después de la experiencia pascual (cf. Mc 16, 9-20 y Mt 28, 16-20 y todo el mensaje de Pablo), la Iglesia volvió a introducir (con un sentido distinto al de Juan) el bautismo en nombre de Jesús, vinculando así la fe (la experiencia mesiánica de Jesús, la comunión cristiana; y en Mt 28, 16-20 la misma “trinidad”) con el signo del bautismo, un signo de pertenencia cristiana, de iniciación “divina” y de comunicación humana.

3. El bautismo se impartió de diversas formas, en las diversas iglesias, bautizando a “individuos” (convertidos) y a “casas” creyentes (si se bautizaba el pater familiae… se debían bautizar mujeres, niños y criados…). Pero el caso más significativo era el bautismo de adultos, tras un tiempo de iniciación o catecumenado. Por eso, todavía en el siglo V-VI los grandes “baptisterios” (como los de Ravenna) eran baptisterios de adultos, aunque en ciertos casos las iglesias bautizaban ya a los niños, con la certeza de que después los educarían en la fe y completarían el bautismo en lo que hoy se llama la “confirmación”, que no era sacramento distinto, sino el último rito del bautismo, impartido de un modo “gradual”.

4. Con el paso de los siglos (al menos desde el VII-VIII dC), dentro de una sociedad de “cristiandad”, la Iglesia comenzó a bautizar masivamente a los niños… En ese contexto, se llegó a pensarse que los niños sin bautizar se condenaban y, por eso, para que no se condenaran (y por razón de pertenencia social) se les bautizado desde muy pronto, de forma que la misma teología “inventó” un limbo (un tipo de infierno menor, con separación de Dios pero sin pena) para las almas de los no bautizados. De esa forma se insistió más en la pertenencia social del bautizado que en su fe personal.

5. En aquel contexto, el bautismo de niños era algo lógico y no planteaba problemas… A los niños se les bautizaba... y luego, por la educación familiar y eclesial, crecían en la fe, de manera que los hijos de cristianos se hacían sin más cristianos (casi al cien por cien, en sociedades cerradas como las antiguas).

6. Pero actualmente, sociedades secularizadas de origen cristiano de occidente no ponen de relieve la pertenencia cristiana, de forma que a nadie se le pregunta, en principio, si está o no bautizado. El bautismo ya no cumple la función de “iniciación social” (socialización) del niño, sino que tiene sólo un sentido religioso (personal y privado), para las comunidades religiosas. La partida de nacimiento ha sustituido a la partida de bautismo. El hombre o mujer es primero “ciudadano”… y luego, en otro plano, puede ser cristiano bautizado o no.

7. En ese contexto, la lógica de la transmisión de la fe parece romperse... y son ya casi mayoría (en las sociedades occidentales) los niños que naciendo de familias "cristianas" abandonan la fe al llegar a la juventud, poniendo así el "interrogación" el signo del bautismo. Hoy mismo (18. VIII. 11) me decía el párroco de una zona populosa de Salamanca donde hemos ido a celebrar la Eucaristía, en un querido convento de contemplativas de Teresa de Jesús):

Tengo en la parroquia 200 jóvenes, casi ninguno participa en la vida cristiana de la comunidad; me vienen algunos adolescentes, pero al llegar a la juventud se me van.


Desde ese contexto quiero plantear unas preguntas, para iniciar un tema que puede responderse de diversas formas, en los diversos contextos:

¿En esta iglesia inserta en un mundo secular, donde los jóvenes en general abandonan la fe (al menos por un tiempo), se debía bautizar sin más a todos los niños?

¿No habrá que fortalecer primero el tejido de la fe del conjunto de la iglesia, antes que ofrecer el bautismo a la mayoría de los niños?


El bautismo de niños quedaría reservado para familias o comunidades cristianos que pudieran asegurar de un modo razonable el crecimiento en la fe los bautizados

3. BAUTISMO DE NIÑOS O DE ADULTOS EN UNA SOCIEDAD EN CRISIS


Éste es un tema discutido, abierto a la experiencia pastoral de las comunidades. Por eso, sólo me atrevo a formular sólo algunas preguntas e ideas generales:

El bautismo cristiano, como expresión del nacimiento a la gracia, no tiene por qué está vinculado a la niñez, sino que puede y debe celebrarse también en situación de vida adulta, y no sólo porque el tiempo ha cambiado, sino porque así se hacía en la iglesia primitiva. No se trata de “dejarse influir” por la moda del tiempo, sino de volver a la raíz del evangelio, en estos tiempos de gran cambio. Desde aquí se plantea, a mi juicio, el reto antes señalado.

--¿Debe hoy la Iglesia bautizar a casi todos los niños, en un tiempo en que al llegar a la juventud ellos abandonan en gran parte la "fe recibida"? ¿Puede garantizarles la Iglesia (a los niños), en nombre de los padres y de la comunidad creyente, un espacio de crecimiento en libertad y comunión, en la línea de Jesús, de manera que "normalmente", al atravesar la crisis de la juventud de hagan cristianos adultos? ¿Puede hoy hacerlo en verdad, sabiendo que muchos de los niños bautizados (que siguen siendo mayoría en lugares como España) no van a asumir la fe e integrarse en la iglesia cuando se hagan jóvenes?

-- Ciertamente, las afirmaciones tradicionales sobre un bautismo que borra el pecado original y que permite que los niños vayan al cielo si mueren siguen siendo válidas en un sentido. Pero (casi) nadie las toma ya de una manera material. Bautizados o no, los niños son hijos de Dios y pertenecen al misterio de su vida, al camino de su cielo. La Iglesia no les bautiza ya para quitarles el pecado de muerte (ni para realizar un gesto de integración social, una ceremonia de presentación del niño ante la “parroquia”, sino para celebrar con solemnidad su nacimiento a la vida, como un don de Dios y para ofrecerles un espacio de comunión y libertad.

-- Por eso, el tema está en saber si no será mejor bautizar a los que asuman la gracia y reto cristiano al llegar a la plena juventud... creando para ello una pastoral de iniciación distinta a la que se ha seguido en los siglos anteriores. Las familias cristianas podrían "bendecir" a los niños, pero quizá será mejor dejar el bautismo para el momento en que culminara la "pastoral" de juventud.

-- Por otra parte, como he dicho, la praxis de los "kikos" que han sido una fuerte mayoría en la JMJ 2011 tiende a situar el verdadero bautismo en un momento posterior, al "superar" los candidatos una serie de pruebas y escrutinios, de manera que el bautismo de los niños resulta para ellos algo "previo" (quizá como un signo aún no definitivo). En esa línea, los "kikos" pueden situarnos cerca de los grupos ana-bautistas que se han dado y se dan en la historia cristiana, en perspectiva protestante (los extremos pueden tocarse)

4. TRES TEMAS VINCULADOS

A. Tema de comunidad

La cuestión consiste en saber si las comunidades cristianas son hoy “madres y maestras de paz cristiana”, es decir, de vida compartida, en apertura universal, en la línea que he venido indicando en este trabajo. Por eso, el tema que he desarrollado, el de la transmisión de la fe, no puede resolverse en teoría, sino en la vida de las mismas comunidades, en una sociedad civil en la que ya no van a preguntar a los niños si están bautizados o no, si son cristianos o no, pero en una sociedad donde la fe cristiana puede y debe expresarse como impulso de libertad y de comunicación universal, por encima de todos los sistemas establecidos.

B. Tema de familia

Pienso que la transmisión de la fe nos sitúa hoy (2011), al menos en occidente, ante unos retos nuevos, que nunca se habían dado previamente. Sigo pensando que es bueno transmitir la fe a los niños, pero una fe abierta al diálogo, porque ella misma es diálogo, una fe abierta a la “confirmación” en libertad de los niños, cuando se hagan adultos.

Me parece bien que se bautice a los niños cuando la “fe de la comunidad” (no sólo de la familia) sea no solamente fiable, sino que esté vinculada al hecho de que los niños bautizados, entrando en la juventud, van a entrar de un modo normal (general) en la dinámica de la fe cristiana (cosa que ahora es muy problemática, en las sociedades de occidente). Por eso pienso que, por ahora, el tema puede y debe quedar por lo menos abierto

El tema no es si los niños (o sus familiares inmediatos) están preparados para el bautismo, sino si la iglesia puede abrirse como pila bautismal de vida compartida para todos los creyentes.

C. Tema de la sociedad secular

1. Hay una sociedad secularizada que acoge-educa-socializa a los niños… sean o no cristianos, estén o no bautizados. Por eso ya no es necesario el bautismo para que un niño sea acogido en sociedad.

2. El hecho de que un niño esté bautizado o no ya no es significativo para la sociedad secularizada en cuanto tal

3. La Iglesia forma un subgrupo particular dentro del gran grupo social. Por eso, en general, ya no se puede suponer que deben bautizarse todos los niños nacidos de familias que, en principio, son socialmente cristianas, pues hace falta pasar de una fe social a una fe personal, en plano de familia y de comunidad, dentro de un mundo donde la Iglesia no es el ámbito general de socialización de los ciudadanos.

5. CONCLUSIÓN, EL GRAN PROBLEMA

Sea cual fuere la respuesta que se diera a todo lo anterior, el gran problema de la Iglesia actual es la “transmisión de la fe”, es decir, la posibilidad de una pastoral de juventud, sea en grupos especializados o en la parroquias como tales.



La JMJ Madrid 2011 parece ir más en la línea de la pastoral de la juventud que del bautismo de los niños. Hace sesenta o cincuenta años hubiera sido impensable una concentración con la de la JMJ… Estábamos inmersos en un catolicismo militar y militante. Por eso, a los que somos ya mayores la JMJ 2011 nos ha parecido ejemplar, a pesar de que quizá han sobrado también algunos rasgos de performance política. Hemos avanzado para bien, para muy bien, a pesar de que la nueva situación ofrezca todavía riesgos y sea necesario encontrar un tipo nuevo de PJ, Pastoral de Iniciación Cristiana, transmisión de la fe en la etapa de la Juventud.




Soy de los que me acuerdo, muy de niño, el año 1952, del Gran Congreso Eucarístico de Barcelona. Aquello era Pastoral Sacramental de Bautismo de Niños y de Eucaristía Social, en plena calle, sin protestas de ningún tipo, como afirmación patriótica y religiosa.


Del Congreso Eucarístico del 1952 a la JMJ del 2011 han pasado sólo 59 años… toda una “eternidad” para el cambio cristiano de España y de Occidente. Hemos entrado en la era de JMJ o, si se prefiere, en la era de la PJ, Pastoral (¿vale esa palabra, he preguntado?) de la Iniciación Cristiana en la Juventud. Se pueden discutir matices, pero el cambio parece irreversible… y a mi juicio es bueno.



Gracias a Dios ya no estamos inmersos en un catolicismo "militar" (¿militante en sentido bélico), sino en un catolicismo evangélico, cristiano, abierto a la juventud de más de cien países... Éste es un momento especial, tiempo de gracia, para que se pueda proclamar y extender el evangelio, sin miedo... entre los jóvenes.

Tengo ciertos años, he vivido ciertas cosas y doy gracias a Dios por ellas, porque he visto su presencia en medio de los cambios de mi vida y de los cambios de la Iglesia.



Estoy contento por haber podido compartir con otros muchos cristianos y cristianas unos tiempos hermosos de evangelio.... Pero me gustaría vivir algunos años más para ver cómo se despliega y se extiende la nueva misión cristiana, no sólo entre los jóvenes, pero de un modo especial entre los jóvenes. De esa pastoral de la juventud tendremos que hablar, como he prometido, en días siguientes.

Empezaré evocando el sentido de bautismo cristiano, sus raíces judías, su relación con Juan bautista, su relación en la muerte de Jesús, su sentido pascual... para precisar desde ese fondo algunos de rasgos importantes de la experiencia más sacramental de familia-grupo de cristiandad (con el bautismo de niños) y de la experiencia más kerigmática y pastoral del bautismo vinculado a la iniciación cristiana de adultos.

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