« Los mellizos de Dios »



El título ha sido mediático durante las primeras semanas de febrero. Un cardenal y un imán juntos no es precisamente algo que se vea todos los días. Y menos si es por un premio. Pero a mí me da el pálpito que la mayoría de las veces que las redes informáticas han tratado del tema, el herrero ha dado una en el clavo y ciento en la herradura. Y ello cuando el engaño no ha hecho más de un estropicio confundiendo ecumenismo con diálogo interreligioso. Procuremos precisar, pues, para no confundir.

a) La noticia: Del 4 al 5 de febrero tuvo lugar en la Residencia Amor de Dios de Madrid (Asura 90) el XXIX Encuentro África organizado por la revista española Mundo Negro y los Misioneros Combonianos, con el lema Islam y cristianismo, diálogo bajo un mismo techo. Acudieron como invitados ilustres el arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, el más joven del colegio cardenalicio, 49 años, y el imán de la Mezquita Central de la capital centroafricana, Omar Kobine Layama. Ambos para recibir el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2016, concedido por Mundo Negro el 2 de febrero 2017 por su trabajo de diálogo y promoción de la paz en el país.

El acto contó con la presencia de los galardonados y la participación del cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, y Riay Tatary, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España. Ante la mesa, un gran ramo de flores de muy diversos tipos y colores y un cirio encendido. El director de Mundo Negro, Jaume Calvera, explicó: flores, naturaleza, diferentes pero juntas en el mismo jarrón, sugieren Unidad; luz del cirio: del Corán, de Jesús en el Nuevo Testamento («yo soy la luz del mundo»). En la Eucaristía de clausura, presidida por Nzapalainga y televisada por RTVE-2, «Día del Señor», domingo 5 de febrero 2017, estuvo presente el imán.

b) Porqués del galardón: El día 2 de febrero «los mellizos de Dios» –así conocidos en Bangui– profundizaron en lo que ha supuesto la Plataforma Centroafricana de Confesiones Religiosas, impulsada en diciembre de 2012, tras la rebelión de la milicia islamista Seleka y la respuesta de las milicias cristianas anti-Balaka, durante cuya ofensiva de diciembre-2013, en efecto, murieron más de mil personas. Buena parte de la comunidad musulmana tuvo que abandonar la ciudad.

Reconociendo que no fue fácil, el arzobispo prosiguió con su prodigalidad en los detalles: - «Me amenazaban diciendo que no podía ir al Kilómetro 5, el barrio islámico de Bangui. Muchos musulmanes me echaban en cara que había distorsionado la fe de su imán. Él vio cómo destruyeron su mezquita y quemaron su casa. Entonces yo le acogí, junto a su mujer e hijos, durante seis meses en mi casa, en el obispado».

Este gesto, duramente criticado por las comunidades musulmana y cristiana, que no entendían esa acogida y respeto mutuo, llevó también, sin embargo, a que ambos sean hoy conocidos como «los mellizos de Dios». Denunciada la instrumentalización de la religión como arma política y dados al diálogo interreligioso como vía para la solución de conflictos como el que sufre su país desde marzo de 2013, «el diálogo islamo-cristiano --destacó Nzapalainga-- no es una teoría ni una abstracción, es una forma de vivir». Y el imán, con insistencia: «está en el fondo del Cristianismo y del Islam. Porque en República Centroafricana no hay una guerra religiosa. El conflicto es militar y político, alentado mayormente por quienes dentro y fuera del país quieren adueñarse de sus «riquezas».



c) «Los mellizos de Dios»: Dieudonné Nzapalainga nació en 1967 en Bangassou, de padre católico y madre protestante, en un hogar modesto. De joven entró en los Misioneros Espiritanos, cursó teología en París y trabajó pastoralmente en Marsella. De nuevo en la República Centro Africana como superior provincial, atendió la parroquia de Nôtre Dame d’Afrique en la capital. Consagrado arzobispo de Bangui el 22 de julio de 2012, fue elevado a cardenal el 19 de noviembre de 2016, con el título presbiteral de Sant´Andrea della Valle. Es, ya digo, el más joven del sacro colegio. Y ejemplo de pastor según el corazón del papa Francisco.

El imán Omar Kobine Layama denunció las atrocidades de las milicias musulmanas de la Seleka, que ocuparon el poder de marzo de 2013 a enero de 2014, y aún hoy controlan grandes zonas del país. Presidente de la Comunidad Islámica de Centroáfrica, es muy discutido por sectores del Islam radical, que le han atacado en varias ocasiones. Cuando buscó refugio en casa del arzobispo llegó con el Corán y una alfombra para rezar, todo dentro de una bolsa.

d) Testimonios y vivencias: Los «mellizos de Dios» han afrontado juntos dificultades, sorteado peligros, resuelto problemas, lo que les ha llevado a reconocerse como hermanos unidos en la misma causa, por amor a su pueblo. El Cardenal desvela ante la prensa y empieza puntualizando:

- «Primeramente no somos dos, sino tres, también el pastor protestante de Bangui –en alusión a Nicolás Guérékoyame-Gbangou, presidente de la Alianza Evangélica de la República Centroafricana-. Juntos hicimos una Carta Pastoral Única, donde explicamos qué pensábamos de la crisis y del peligro.

- No tenemos armas. Los que las tenían decidieron usarlas. Desde el poder se demonizaba a los otros como a yihadistas. Salimos hacia poblaciones inaccesibles como enviados de Dios. Decidimos abrirnos para buscar la solución juntos. En cada población reunimos a todos los líderes de las comunidades y nos sentamos alrededor de una mesa para escucharnos unos a otros. La verdad salía cuando estábamos en grupo.

- Nuestro trabajo en común generó gran amistad. Ante un problema, pensábamos antes de tomar una decisión, conscientes de que todos podían mentir y crear rumores. Nuestra historia de diálogo supuso riesgos, pero fue por el pueblo. Nos llamó el obispo de Bangassou, Juan José Aguirre, para que fuéramos a su diócesis, por la violencia que había. Llamamos a católicos, musulmanes y protestantes y estuvimos hablando toda la noche.

- El diálogo interreligioso no era cosa de tres, sino de todo el pueblo. Había que dialogar. Formamos a jóvenes, enviados como mensajeros de paz. El mensaje era: «El otro no es una amenaza, es un hermano». El diálogo interreligioso es transmisión de vida. Y ha de pasar por las mujeres, dadoras de vida, de suerte que las mujeres se pusieron juntas a protestar, escribir y defender la vida. Esta es nuestra experiencia y sabemos que no tenemos otra alternativa. Quienes se repliegan sobre sí mismos, llevan la muerte; los que se abren, arriesgan, pero llevan la vida.

- Mis propuestas y las suyas son del Espíritu. No tengo el monopolio de la Verdad. Esto es lo que estamos intentando vivir en República Centroafricana. Y lo que queremos es que tenga muchos adeptos. Sonriente y mirando al imán, concluyó: «Ahora quiero dejar a mi hermano que hable». Y el imán Layama con amplia sonrisa: «Creo que ya lo ha dicho todo, pero quiero añadir algún testimonio más».

- Ha habido situaciones de gran peligro. Los violentos nos acusaron de haberles hecho perder el poder ante la gente, desde que nos unimos los dos para intentar pacificar juntos a nuestras comunidades. Se creó una Plataforma del Diálogo. No queríamos ser sólo tres, sino muchos sacerdotes, imanes, pastores…Ya se están empezando a reunir. Se ha hecho un documento estratégico en donde están escritas las cosas que se quieren hacer: una radio para informar de lo que ocurre en verdad, sin esparcir rumores. Durante el conflicto ha habido muchas mentiras y rumores difundidos por radio. Para hablar del diálogo interreligioso.

-Quieren evitar la ignorancia en nuestros niños. Crearán una escuela para los niños católicos, musulmanes, protestantes y animistas. El personal de la radio y de la escuela será también de estas religiones. También se creará un hospital para que no se repita lo de esta crisis: sacaban a los enfermos y los mataban allí mismo.

-Queremos la refundación de las bases del país basada en la aceptación del otro. El 65% de la República Centroafricana son jóvenes, de cuya mitad ni han ido a la escuela ni tienen trabajo. Se necesitan centros de formación para que puedan progresar.

Historia de reconciliación, ejemplo de amistad constructora de paz. «Los dos somos hijos de Dios, él es mi hermano», insiste el cardenal mientras el imán asiente con una sonrisa. «Lo que nos distingue son nuestras diferencias, que son nuestra riqueza, porque si fuéramos iguales sería muy aburrido. Al ser distintos nos complementamos», reitera el purpurado. El imán Layama reconoce que «no ha sido fácil» hacer entender a la población centroafricana que, a pesar de las características religiosas y étnicas de cada grupo, «todos somos miembros de la misma familia humana».



Todos recordamos la visita del Papa a Bangui para abrir la puerta de su catedral en el Año de la misericordia (29.11.2015). Suponía un espaldarazo a una Iglesia joven, y a su pastor, hoy cardenal.
Han visitado USA y Holanda. Allí se les ha invitado a compartir su experiencia de unidad y ya hay comunidades ecuménicas puestas en marcha para añadir al dialogo la acción en proyectos conjuntos generadores de fraternidad.

El imán agradeció el Premio Mundo Negro a la Fraternidad, porque se lo conceden por la fraternidad creada entre los dos (primera vez que este premio se concede ex-aequo). Frente a que vivimos en un tiempo marcado por el choque de civilizaciones (Samuel Huntington), empieza a abrirse camino la amistad como eje mismo de la civilización. En la convulsa República Centroafricana sus apóstoles son hoy dos amigos, ejemplo a seguir en un mundo de muros y alambradas, fruto de injusticia y sinrazón.

d) Monumento viviente a la «Nostra aetate». Ya he avanzado que no he visto subrayado este extremo, siendo así que encierra, a mi entender, la clave para el adecuado entendimiento de cuanto «los mellizos de Dios» representan con su laudable colaboración en el movimiento ecuménico. Constituyen ellos, sin duda, todo un excelso monumento viviente a la declaración «Nostra aetate», del Vaticano II, en cuyo número 1 precisamente se puede leer lo que ha podido constituir consigna sagrada para ambos amigos: «Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la haz de la tierra y tienen también el mismo fin último, que es Dios» (n.1).



Claro que donde yo creo que destaca con especial relevancia es, ante todo, en el n.3, dedicado todo al Islam. No parece sino que el Concilio hubiera escrito este oportuno y largo y magnífico texto pensando en los dos amigos africanos juntos. Podrá decirse más alto quizás, pero no más claro, ni con más intensidad, ni con mayor énfasis interreligioso.

Dice así el Vaticano II: «Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el sagrado concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren sinceramente una mutua comprensión, defiendan y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y libertad para todos los hombres». Espléndida lección de diálogo interreligioso, pues, inscrito con letras de oro en la «Nostra aetate». Esto es lo que, a mi entender, convierte esta bella historia en parábola digna de piedra blanca.

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