Razón del amor y Poesía

La editorial "Sapere Aude" de Oviedo acaba de publicarme dos libros: uno en prosa, con Introducción de Javier Otaola, titulado La razón del amor; el otro, en verso, se titula Poética senti-mental, y está músicado por Gontzal Mendibil. Ofrecemos a continuación el Prólogo de Rui Ribeiro a este último.


Prólogo : Poética sentimental
Por Rui Branco Ribeiro (Unión Europea, Bruselas)

Poetare aude:
atrévete a poetizar
(A.Ortiz-Osés)



La poesía no es cosa del espíritu puro ni tampoco del materialismo impuro. La poesía es asunto anímico, y por tanto trasunto del alma, poética senti-mental. Aquí se inscriben exactamente los poemas de Andrés Ortiz-Osés, filósofo y antropólogo, aforista y poeta del sentido. Pero también músico fracasado y, por tanto, escarmentado de la pura consonancia de una existencia nunca exenta de disonancia.



Lo primero que aparece en la poesía ortiz-osesiana es la obsesión del sentido, la búsqueda sinuosa del sentido a través del laberinto de lo sentido. Pero lo sentido ofrece sentido y sinsentido, de ahí la lucha del poeta con su ángel y su demonio, entre el cielo y el inframundo, entre el ánimo y el desánimo. Definitivamente esta es una poesía del ánima, la cual simboliza la sensibilidad interior, la sutileza y la afección.



Atreverse a poetizar es para Andrés Ortiz-Osés atreverse a simbolizar. Lo cual significa atreverse a asumir y sutilizar la inmanencia, a abrirla y trascenderla sin escapismos innecesarios, coimplicando el lodo como materia insignificante y sin embargo significativa o consignificante. El lodo es el lado más oscuro de la vida, la sombra que retroproyecta nuestra existencia, la materia prima a configurar y recrear por el hombre embarrado de un modo proyectivo.



La poesía es así un proyecto o proyección, pero a partir de la propia introyección de lo real. Nuestro poeta filosófico o filósofo poético habla en su autointerpretación de “poesía intramoderna”, una poesía efecto del cruce entre lo clásico y lo posmoderno, entre lo intelectual y lo sensual, entre lo vital y lo existencial. El poeta se desdobla entonces de metapoeta, y el sentidor es también unamunianamente un inteligidor.



A través de esta obra bella e intrigante, transversal y oblicua, la poemática intersecta con la aforística, señalando así la complicidad entre el verso y el aforismo. Ambos son lenguajes sucintos o ceñidos, pero no ceñudos, pregnantes o preñados de sentido, abreviaturas de la realidad sobrevivida, escorzos de un mundo exorcizado lingüísticamente. El lenguaje ortiz-osesiano dice articulación y artilugio, apalabramento y sedimento, dicción y condicción del ser aquí simbolizado axiológicamente.



La diferencia estriba en que el aforismo es cortante, junto al poema que resulta (re)sonante. Cortante el aforismo por cuanto recortado del árbol de la vida, desgajado. Sonante la poesía, pero no necesariamente consonante, sino también asonante. Diríamos con nuestro escritor que el aforismo es poesía en prosa, secante y astringente, mientras que la poesía es el aforismo en verso, húmedo y lascivo. Helos aquí reunidos pero no revueltos.
Volver arriba