CARTA ABIERTA AL CARDENAL OSCAR ANDRES RODRIGUEZ MARADIAGA



Señor cardenal, le escribo, con todo respeto, esta carta abierta para que nos haga entender mejor los fundamentos de unas de sus decisiones políticas y declaraciones relacionadas con Honduras y America latina. Yo tuve la oportunidad, en otro contexto, de comentar varias de sus intervenciones y declaraciones, denunciándolas como incompatibles con su función de pastor y, aun menos, con la imagen proyectada del cardenal de los pobres y simpatizante de la teología de liberación.

Durante muchos años, digamos de los años setenta hasta junio 2009, lo consideré como un cardenal elegible al pontificado. Lo veía como el cardenal de los pobres, hablando varios idiomas, beneficiando de muchas cualidades y habilidades humanas. Así lo veía y admiraba.

El golpe de estado de Junio 2009, contra la presidencia legitima del presidente Manuel Zelaya, me reveló a un cardenal que no cuadraba en nada con el cardenal que yo admiraba en los anos anteriores. En aquellos años, ya teníamos el ejemplo heroico del obispo de San Salvador, Oscar Romero, que fue asesinado por defender los derechos de su pueblo y quedarse fiel a su fe en los Evangelios. En el caso de Honduras, yo vi a un cardenal que defendía a los militares y que veía en los golpistas verdaderos profetas bendecidos del cielo para liberar al pueblo hondureño de la contaminación de una democracia más participativa y más cerca de los problemas del pueblo. No entendí de inmediato las raíces de su comportamiento. Años después, a través sus múltiples declaraciones, descubrí que Usted se había transformado en un enemigo irreconciliable contra Hugo Chávez y la Revolución bolivariana.

Pasé mucho tiempo, tratando de entender la lógica del Pastor cardenal justificando su rechazo radical de Chávez, el creyente, encabezando una revolución calificada de humanista, socialista y anti-imperialista. Yo busqué, de un lado como del otro, sus análisis y los fundamentos de su rechazo de esa revolución “chavista”. Todo lo que yo disponía eran afirmaciones generales, declarando la revolución bolivariana de fracaso y de corrupta. No encontré ningún análisis suyo, dando fundamento a sus declaraciones generales. Por supuesto que nos gustaría tener esas referencias para mejor entenderlo.

Yo me he interesado a la Revolución bolivariana desde su principio. Me he detenido en el análisis de las relaciones de compatibilidad de las políticas puestas en marcha por Chávez con la doctrina social de la Iglesia. Tomé como documentos las encíclicas del papa Juan XXIII, Pacem in terris y Mater et Magistra. Yo sé que Usted conoce de memoria estas encíclicas sociales de la Iglesia que no se limitan a estas dos. Usted debe recordarse del encuentro de Medellín, en 1968, con la presencia del papa Pablo VI que dio nacimiento a la famosa encíclica Populorum progressio del mismo papa.

Mi lectura de las encíclicas sociales del papa Juan XXIII en relación con las políticas sociales de la revolución bolivariana dio resultados más que probantes de una gran proximidad con el pensamiento social de la Iglesia. Me permito dejarle el contenido de mi análisis sobre este tema. Estamos lejos de un capitalismo salvaje denunciado por el papa Francisco en su Exhortación apostólica Evangelio gaudium.

Yo sé que Usted tiene muy buenas relaciones con el Vaticano, con Washington, con los gobiernos de formato liberal de su país y del mundo, en general. Usted tiene el derecho de tener las mejores relaciones con los que quiere. Es un derecho suyo y no me permito enjuiciarlo sobre esas relaciones. Lo que más me preocupa es la prioridad que Usted da a ciertas relaciones privilegiadas, las cuales pueden llevarlo a dejar en el olvido o a silenciar los crimines cometidos por unas de esas relaciones privilegiadas. Honduras está reconocido por el número alto de líderes sociales y periodistas asesinatos por fuerzas militares y para militares. Como Pastor y cardenal del pueblo hondureño, le corresponde, me imagino, alzar la voz para denunciar esos crimínales. En un articulo sobre este tema yo le preguntaba “¿Qué dice el cardenal Maradiaga de los reclamos de su pueblo?

Recientemente, ante el fraude electoral, denunciado por los jesuitas de América central así que por la mayoría del pueblo, me dediqué a ver lo que, como cardenal de Honduras, iba a decir al respecto. Me sorprendió su respuesta a periodistas que le preguntaba su opinión. Usted dijo que se trataba de un problema entre partidos políticos y que no le correspondía opinar al respecto. Una respuesta a lo de Pilato que eligió “lavarse las manos” ante la condenación de Jesús. Yo escribí algo relacionado a su silencio, el cual no reflejaba lo que sus declaraciones políticas anteriores nos habían acostumbrados.

Para que Usted sepa un poco más de mi persona, le diré que tengo unos años más que Usted, que comparto la fe en Jesús y en sus Evangelios, que tuve la oportunidad, en los anos sesenta, desarrollar actividades misioneras en Chile y después, en diversos organismos de cooperación internacional. Tuve la suerte de alcanzar una formación superior en filosofía, en teología y en ciencia política. Paso mi tiempo de jubilación para entender mejor lo que esta pasando en nuestro mundo y en la Iglesia. No pertenezco a ningún partido político y nadie me paga por lo que hago. Yo me me mantengo apegado a los pobres y humildes, buscando, a través la justicia y la verdad, el porque de sus pobrezas y de sus alejamientos de los poderes que normalmente les corresponden asegurarlos el bien común, compartido entre todos. Yo comparto mis reflexiones y análisis sobre los sitios de información alternativa. Tengo un blog en francés y uno en español.

Con todo mi respeto, lo dejo con estos interrogantes a los cuales solo Usted puede contestar. No me pertenece juzgarlo. Lo que hago es “interpelarlo” fraternalmente sin tomar en cuenta los títulos que uno puede tener y aún menos los colores de sus vestidos. Pienso que nos corresponde a todos responder a las preguntas que Jesús planteó a Pedro que lo había traicionado al momento de su pasión. El amor de Jesus por Pedro quedaba lleno de bondad y misericordia a pesar de su traición. Pedro lo reconoció al reconocer su pecado.

" Y cuando hubieron comido, Jesús dijo á Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Dícele; Sí Señor: tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis corderos

Vuélvele á decir la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Respóndele: Sí, Señor: tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis oveja

Dícele la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Entristecióse Pedro de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y dícele: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Dícele Jesús: Apacienta mis ovejas."


En un encuentro con los representantes de la Conferencia episcopal de America latina (CELAM) el papa Francisco llamaba a los obispos a una conversion.

Fraternamente

Oscar Fortin

El 12 de Febrero 2018
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