Buscando a Cristo, se toparon con Mitra


No sacamos nada de nuestra manga porque cada día se sabe más de la labor criminal ejercida por el cristianismo en los primeros tiempos y cada día aparecen nuevos estudios sobre esos grandes santos y padres de la Iglesia que brillaron por su labor extirpadora en pro de la implantación de la verdad.
Pero también hoy como ayer, de esto los fieles cristianos seguirán tan ignaros como cuando la gran masa crédula era en su mayor parte analfabeta. No hay tiempo ni merece la pena, dicen, ahondar en las desviaciones del primitivo cristianismo. Ante el bien que trajo consigo el cristianismo, añaden, se pueden pasar por alto “algunos” desmanes, más producidos por la obstinación de los funcionarios del paganismo que por la actitud de los fieles de a pie.
Con el mitraísmo, extendido por el sur de Europa y orient,e sucedió lo mismo que con el cristianismo del N de África tras el paso devastador del vendaval islámico, siglo VII. No quedó nada. Hasta da la sensación que uno de los más grandes, Agustín de Hipona, hubiera vivido siempre en Milán con su maestro y amigo Ambrosio.
Como religión sumamente popular en el Imperio Romano, el Mitraismo fue la creencia más perseguida por el cristianismo oficial, hasta el punto de que apenas si queda constancia de lo que fue. Algún que otro documento, estatuas de los siglo II-III d.C., epigrafías, algún que otro mitreo (en Mérida quedan restos) y poco más.
La leyenda de Mitra es anterior a la de Cristo en más de 600 años. El mito procede de Persia, aunque también existe un Mitra en la India. Por las características, ambos parecen proceder de un tronco común y es posible que el Mithra iraní proceda del védico.
Su culto comenzó en Roma algo menos de un siglo antes del cristianismo y convivió con éste hasta el siglo IV. Su extensión y popularidad parece ser que se debió a la incorporación de gran cantidad de tropas auxiliares procedentes del Asia Menor para las legiones y esclavos originarios de Anatolia y Persia.
Saber que Mitra era algo vivo y vivido, organizado, pregonado, creído y adorado por tantos millones de personas y que de ello no quede absolutamente nada sorprende y, para la cultura, no agradablemente. Buena y eficaz labor expurgadora la del cristianismo inicial y oficial. Junto con el asesinato de sus sacerdotes –hay abundante constancia de ello-- desaparecieron templos y documentos relacionados con Mitra.
Algo similar, y sólo han pasado unos 40 años, a lo que va quedando del franquismo: si no fuera por el Valle de los Caídos, Arco de Triunfo de Moncloa y algún que otro monumento, sería puro recuerdo. Con la diferencia abismal de lo permisiva que es una democracia, lo inocuo del credo franquista y el poco tiempo transcurrido.
Bien sabía el cristianismo naciente dónde le apretaba el zapato y por dónde podían venir los líos doctrinales.
En la época de Trajano, c. 100 d.C., el mitraismo era la religión más importante de Roma, atrayendo en la época de los Antoninos a literatos y filósofos. Justino y Tertuliano combaten a muerte a la “secta mithríaca” por ser “más temible que las demás, dadas sus burdas imitaciones de la verdadera religión” (¡!). Precisamente ése fue uno de los frentes defensivos del cristianismo, el de afirmar que fue la leyenda de Mitra la que se nutrió de los relatos sobre Cristo, dado que no existían documentos anteriores sobre Mitra. Otra mentira piadosa más, perdonada por Pablo de Tarso.
Aureliano, en el 274 fundó un culto público bien dotado económicamente en honor del “Sol invictus”, que no era otro que Mithra. Emperadores, senadores, patricios, quaestores, generales, centuriones y, sobre todo, la tropa, se iniciaban en sus misterios, dirigían a Mithra ruegos, plegarias y ritos; celebraban pomposas fiestas y ceremonias; hacían libaciones y tauróbolos...
El pueblo demandaba de él “abundancia, fuerza, victoria, prosperidad, bienestar espiritual, sabiduría y santidad”
Quien quiera extender más su conocimiento sobre Mitra, literatura tiene para ello, comenzando por uno de los autores más denostados en el XIX-XX por la Jerarquía, Alfred Loisy. CONSULTAR.Cap. VI, pág. 119.
Respecto a las similitudes con el cristianismo, lean en este enlace de Wikipedia. ENLACE . Quizá la pervivencia más curiosa del mitraísmo la veamos sobre la cabeza de los obispos, cuando se cubren con ese original gorro frigio mitraico. ¿Cómo se llama? O también en el origen de ese día de descanso semanal, el “prima sabatorum” de los evangelios, luego llamado “domingo”. Los primeros en celebrar el “día del sol” fueron los adoradores de Mitra: en la semana –Luna, Marte, Mercurio…-- falta precisamente el “Solis” o “Soles”, el domingo, el Sunday anglo.
¿Qué enseñanza extraemos de todo esto? Una bien simple, que apliquen a la religión propia los mismos criterios con que juzgan a las otras, sean del pasado o del presente.