¿Creo en Dios? ¿En qué Dios?

Inquiría ayer un comentarista de verbo mesurado y ecuánime y al que sinceramente aprecio y leo con gusto, por el concepto "Dios" y la necesidad de ponerse de acuerdo en el mismo. Al hilo de esta cuestión se me ocurren unas cuantas reflexiones.
Días pasados en una reunión "de bar" me preguntaban algunos, por mis palabras, si realmente creo en Dios. Y al punto contesté: ¡Claro que creo, evidentemente que creo en Dios! . No quise añadir más, porque sus mentes no atisban la complejidad que se encierra en el concepto “Dios”.
¡Claro que creo... en lo único que se puede creer! En que hay un concepto universal de las gentes concorde en “algo” que "se cree" que sobrevuela por encima de ellas –por principio, indefinible— y al cual dan el nombre de Dios!.
No puedo preguntarles a ellos, porque no sabrían contestar, dada su cultura "post EGB" pero preguntarse por Dios es hacer exégesis de lo más exigente puesto que no todos "sus conceptos" han sido o son iguales:
• ¿el Dios del Levítico y del Deuteronomio?
• ¿El dios de la tradición Yahvista, Elohista o Priestercodex?
• ¿El Dios de los Profetas?
• ¿El Dios que dejan entrever el Cantar de los Cantares y algunos salmos?
• ¿El Dios de Jesús que predicaba Mateo?
• ¿El Dios de Pablo de Tarso?
• O, en otro orden de cosas, ¿un Dios sustancia tripersonal, con existencia real, cósica, producto de elucubraciones conciliares premedievales?
• ¿Un Dios acto puro aristotélico?
• ¿Un Dios esencia psicoanalítica constituyente del Super-yo?
• ¿Un Dios consenso ecuménico de sociedades jerarquizadas y constituidas?
• ¿Un Dios Padre amoroso que vela por mi existencia y me conforta en el dolor y oye mi voz y me guía en las dudas y me acoge en los sufrimientos?
• ¿Un Dios que apenas si se vislumbra entre el légamo de credulidades santeras, deseos mágicos, intercesiones de santos o todavía no-santos, velones a cien mil vírgenes, procesiones semi-turísticas y parafernalias milagreras?
• ¿Un Dios que ni siquiera se cita en esos "Congresos de las Religiones del mundo" o como se intitulen esos conciliábulos repletos de buena voluntad y marchitos de eficacia?
¿¡Me pueden decir en qué Dios tendría que creer!? Cuando la jerarquía consiga ponerse de acuerdo, tendré claro si creo o no en Dios. Con razón se estudia al “héroe de las mil caras”...
El vulgo y el no vulgo necesitan un Dios concreto y concretado. No se puede creer en Dios de una forma absoluta, de modo etéreo y vago. Nadie de hecho cree en Dios de esa manera. Dios es un ente con entramado social, necesariamente verbalizado e imaginado. Dios sin el Verbo no existiría.
Y además se cree en Dios de una forma concreta: Dios no existe sino en los ritos, en la represión de las ideas, en la formalización de burocracias, en el tinglado vaticano, en las mitras obispales, en el incienso, en el "palabra de Dios"...
Ahí es donde existe Dios. Y por el lado represivo, opresivo y compulsivo, ése es el sentido que tiene estudiar las víctimas de la Iglesia Católica, masacradas en nombre de Dios para alguien que crea en Dios. Los que no encajan con la doctrina “concreta” deben morir, porque son superfluos, irrecuperables, “torcidos”, equivocados.
Este pensamiento de “Dios concreto” es lo que centra la atención de quienes se oponen a doctrinas y regímenes que, en nombre de un supuesto bien, Dios, pervierten las conciencias impidiéndolas madurar con el desarrollo del pensamiento.
Así, pues, y como decimos, para aceptar a Dios sería bueno ponerse de acuerdo en el mismo concepto de Dios. Pero es ahí donde surgen las dificultades para su aceptación:
• El Dios cristiano que el judaísmo lega --que, en esencia, es el de otras grandes culturas del Medio Oriente y Egipto--, simplemente no es admisible hoy, por ser un centón de mitos, un Dios de la tierra, un Dios militar, un conglomerado que apenas si dice algo a la cultura de hoy.
• El Dios que sustenta a Cristo, por más lavados que se le den, no deja de ser un ente extractado de culturas míticas, lavado por el cristianismo para que esté a la altura del hombre, al que se puede tratar de tú y que desaparece del horizonte del creyente por la parafernalia interpuesta del Cristo paulino-eclesial.
• El Dios filosófico, el demostrado por Tomás de Aquino, cayó por la misma vía que fue creado, por la razón.(1)
• El Dios místico, el Dios que el corazón ansía y por el que el alma ansía, conduce a un Dios a la medida del hombre y tan diverso como éste lo es.
• El Dios del “tiene que haber un algo”, un Dios consensuado, producto del presentimiento vulgar, a veces expresión de un vago panteísmo: éste es, quizá, el más peligroso, el más difícil de arrancar del pensamiento, porque viene a ser una necesidad del hombre sin la necesidad de ser demostrado.
(1)Recuérdense las argumentaciones basadas en juicios sintéticos y juicios analíticos. “Dios es” no es un juicio sintético porque se caería en el nominalismo anselmiano; tampoco es analítico porque la realidad del mundo no necesita a Dios para ser explicada ni Dios puede ser deducido de forma experimental.