ESCUELA DE ELEA: JENÓFANES / 2

ἐκ γαίης γὰρ πάντα καὶ εἰς γῆν πάντα τελευτᾶι //Todo procede de la tierra y es en la tierra donde termina (Jenófanes, fr. 27).
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Algunos fragmentos de la obra de Jenófanes muestran su preocupación también por los temas cosmológicos, como los milesios (según Teofrasto, escuchó a Anaximandro de Mileto). Desmitifica, por ejemplo, a la diosa Iris (arco iris), la cual no sería más que una nube de colores. Tampoco el sol ni los astros son deidades (crítica repetida más tarde por Anaxágoras), sino exhalaciones procedentes del mar.
Con tales ideas desmitificadoras se convirtió en heraldo del naturalismo jónico en el sur de Italia. Sin embargo, según J. Burnet “el fin principal de Jenófanes era desacreditar los dioses antropomórficos más que dar una teoría científica de los cuerpos celestes” (Early Greek Philosophy).
Los fragmentos siguientes indican su “materialismo” en la línea del naturalismo jónico:
Todo procede de la tierra y es en la tierra donde termina (fr. 27).
Todas las cosas que nacen y crecen proceden de la tierra y del agua (fr. 29).
Todos hemos nacido de la tierra y del agua (fr. 33).
Curiosamente, éste énfasis en que todo procede del elemento tierra y todo vuelve a la tierra, guarda una cierta analogía con el mito del Adán bíblico, quien es creado por Dios del barro o del polvo de la tierra. Más tarde y bajo influjo helenístico en el pensamiento judío, el autor del bíblico Qohelet (12, 7) afirma: “El polvo retorna a la tierra de la que salió y el aliento (ruah) retorna a Elohim que se lo dio” (recuérdese que el pesimista autor de este libro no cree aun en la inmortalidad). Este regreso al polvo aparece también en el salmo 146,3-4, cuando se proclama: “No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar. Exhalan el espíritu y vuelven al polvo. Ese día perecen sus planes”.
Esta idea tan “materialista” por terrenal aparece también en el mito de Prometeo e incluso estará presente en la liturgia cristiana de la ceniza: “Memento quia pulvis es et in pulverem reverteris” (“acuérdate de que eres polvo y de que al polvo volverás”), aunque aquí ya se ha asimilado el mito griego de la inmortalidad del alma, idea que pasará a los catecismos. Tal vez a alguien se le ocurra relacionar la idea del polvo terrestre con la tesis materialista de la astronomía actual cuando afirma que “somos polvo de estrellas”.
Una segunda e importante novedad filosófica de Jenófanes es su crítica del conocimiento, estableciendo por vez primera una gnoseología de límites. Contraponiendo la opinión a la verdad, defiende que sólo hay opiniones, y nunca certeza:
“No hubo nunca ninguno, ni la habrá jamás, que tenga un conocimiento claro sobre los dioses y sobre cuantas cosas yo digo. Y aunque por ventura llegase a hablar de manera perfecta, sin embargo, no lo sabe. Sobre todas las cosas no hay más que opinión (dókos) (Fr. 34).
De este modo, inicia, la importante distinción epistemológica entre una doctrina absolutamente verdadera (dogmatismo) y las opiniones o pareceres, que solo son verosímiles (eoikóta). Al mismo tiempo, abre la puerta a las dos vías del poema de Parménides, la vía de la verdad, a la que accede el filósofo, y la vía de la opinión, propia de los mortales. En otro fragmento, sostiene la idea de la tarea humana de búsqueda permanente de la verdad como tarea del filósofo: “Los dioses no han mostrado a los mortales todo desde el principio, pero los hombres buscaron lo mejor en el curso del tiempo” (fr. 17).
Popper, en su propuesta de regreso a los presocráticos (cfr. Conjeturas y refutaciones) considera a Jenófanes un precursor de su racionalismo crítico, teoría que sostiene que en la ciencia sólo hay conjeturas o hipótesis y refutaciones, que nunca se alcanzan certezas absolutas ni la verdad total, en oposición a todo dogmatismo, incluido el positivista.
Según Popper, los presocráticos son los creadores de la tradición racionalista y crítica, base de la civilización occidental, en oposición a toda tradición dogmática (pitagóricos y cristianismo más tarde). La verdad no se da a los humanos por revelación divina, tesis básica de toda la filosofía griega. De acuerdo con el escepticismo popperiano, la verdad es una búsqueda sin término por parte de los humanos.
Finalmente, en los fragmentos de Jenófanes aparece también alguna reflexión ética, cuando critica las costumbres y los valores dominantes de su época, que en los deportes anteponen la fuerza bruta a la virtud y a la sabiduría: “Nuestra sabiduría vale más que la fuerza de los hombres y los caballos” (Ateneo, X). Contrapone, pues, la fuerza de la mente del sabio a la fuerza física del cuerpo de los atletas, tan valorados en Grecia.