Leo: La existencia de Dios no se puede demostrar racionalmente.

Al menos en esto ya están de acuerdo sus teólogos, sobre todo después del varapalo kantiano a Tomás de Aquino y a Anselmo de Canterbury.

Dudo mucho que el creyente llegue a pensar cuántos siglos pasó la Iglesia cristiana sustentando a Dios por la vía del "conocimiento natural" y, además, sin que inteligencias conspicuas osaran enfrentarse racionalmente a argumentos que se caían por la base.

La muralla protestante propició una cierta libertad de pensamiento (pero sin excesivas alharacas, porque era pensamiento no "ad intra", sino "contra").

Hoy esgrimen otros motivos para "sustentar" a Dios: Dios es algo que se vive; su existencia es percibida desde la vivencia. Al menos eso dicen.

Es contradictorio, cuando no digno de conmiseración que Dios exista sólo para los que creen que existe, para los que lo sienten y porque lo sienten, afirmando que, para ellos, es algo evidente que no requiere demostración.

¡Pobre Dios necesitado de que alguien crea en él para certificar su acta de nacimiento! Y además para saber que es distinto a los otros dioses que con pasión "disfrutan" los que habitan fuera del limes cristiano.