EL HUMANISMO PROMETEICO DE K. MARX /1
Prometeo es el más noble entre los santos y mártires del calendario filosófico (K. Marx)
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Por otro lado, en el mundo académico, especialmente en los EE. UU., diversos especialistas están realizando nuevas relecturas de los textos marxianos (solo de Marx) y marxistas, por ejemplo dentro del denominado marxismo analítico.
También en nuestro país han aparecido algunos artículos, analizando la actualidad o no de algunos de los temas de Marx.
Algún comentarista, del gremio de la filosofía, ha señalado, por ejemplo, la actualidad del tema de la alienación, que es el núcleo de la antropología filosófica marxiana, vinculada a su humanismo.
Por nuestra parte, dedicaremos esta serie a repensar esa antropología y a reflexionar sobre el humanismo de Marx, en sentido ontológico y axiológico, sin olvidar que Marx fue también “un humanista en el sentido renacentista del término”, como sostiene el historiador y filósofo polaco L. Kolakowski.
Denominamos prometeico a este humanismo marxiano, no por capricho, sino porque el mismo Marx, desde muy joven, identificó su filosofía con la figura simbólica del mítico Prometeo, al que considera “el más noble entre los santos y mártires del calendario filosófico”.
Así, ya en su tesis doctoral, del año 1841, dedicada a la diferencia entre las filosofías de la naturaleza de Demócrito y Epicuro, afirmaba su humanismo ateo, citando el Prometeo encadenado de Esquilo: “La filosofía no lo oculta.
La confesión de Prometeo ‘a decir verdad aborrezco a todos los dioses’, es su propia confesión, su propia sentencia contra todos los dioses celestes y terrestres, que no reconocen la autoconciencia humana como suprema divinidad”.
La concepción del ser humano como “autoconciencia” (Selbstbewusstsein) en su tesis doctoral, indica que Marx está todavía bajo el influjo del idealismo de Hegel, definición que corregirá más tarde en sentido materialista bajo el influjo de Feuerbach, como veremos en su momento.
La figura, pues, de Prometeo, junto a la figura dialéctica del amo y del esclavo de la Fenomenología del Espíritu de Hegel, perdura a lo largo de toda la obra de Marx y aparece también en Das Kapital, su obra fundamental.
Prometeo, autor mítico de toda civilización y de toda técnica por haber traído el fuego a la tierra, por tamaña rebeldía fue condenado por Zeus, padre de los dioses, a estar clavado a una roca, mientras un águila le devoraba el hígado.
La situación trágica y sufriente de Prometeo representa de forma simbólica la figura del proletariado, encadenado al trabajo alienado y explotado por el “vampiro” que es el capital: “el capital es trabajo muerto, que se reaviva como un vampiro, solamente chupando trabajo vivo y vive más cuánto más chupa de él” (El Capital, I).
De igual modo, la liberación del Prometeo encadenado, representa simbólicamente la liberación del proletariado, como sujeto mediador de toda la humanidad y “redentor” laico e inmanente, que lucha por su emancipación por medio del propio trabajo y del propio esfuerzo, en contraposición al mito del Cristo celeste y encarnado, mediador trascendente de la tradición cristiana, que trae la salvación humana por gracia divina.
Afirmar que Karl Marx fue un filósofo alemán parece evidente a simple vista, sin embargo esta afirmación es históricamente tardía y supone ya una determinada interpretación de su pensamiento. Hace un siglo más o menos las cosas eran diferentes, pues los mismos marxistas lo consideraban más bien un economista, un sociólogo o un historiador.
Conviene recordar que muchos de los escritos de Marx, hoy considerados filosóficos, no se editaron hasta los años veinte y treinta del s. XX, y algunos más tarde.
Para citar el ejemplo más significativo, los Manuscritos de Economía y Filosofía redactados en París en 1984, la obra más significativa del Marx joven, no vieron la luz hasta 1932, lo que causó un impacto enorme en la interpretación del conjunto de la obra de Marx.
La doctrina marxista es, en sus líneas generales, uno de los grandes paradigmas del pensamiento contemporáneo y, al mismo tiempo, una de las grandes tradiciones emancipatorias del mundo moderno, junto a la Ilustración.
Sin embargo, no existe una concepción unívoca del término “marxismo”, ni tampoco existe acuerdo sobre el significado de la obra de Marx considerado como un todo. Por ejemplo, los marxólogos suelen distinguir entre el Marx joven, más filósofo debido al influjo de Hegel y Feuerbach, y el Marx maduro, más científico, que culmina en El Capital.
Aparte de la interpretación oficial y “ortodoxa” de la línea soviética, los autores que hacen una lectura humanista valoran más la filosofía y antropología del Marx joven, mientras que quienes dan primacía a las obras de madurez, dan más valor al Marx científico.
Incluso, una lectura más radical, representada por la escuela del francés L. Althusser, defiende una “ruptura epistemológica” entre el Marx filósofo y el Marx científico.
Esta discontinuidad, que supone un paso de la ideología a la ciencia, implica que hay dos Marx radicalmente distintos. En el sentido epistemológico de humanismo, Althusser entiende el marxismo, en clave estructuralista, como un “antihumanismo teórico”, siendo el humanismo un concepto teórico incapaz de explicar científicamente la historia.
Es pues, una cuestión controvertida, la forma de conectar el llamado Marx joven con el maduro. Lo más correcto es analizar con detalle la evolución de sus ideas.