Madrid, San Isidro y la traslación semántica.


A San Isidro, por ser agricultor y aparcero, lo erigieron protector de labradores y ganaderos en 1960, "Franco regnante". Adviértase: de ambos, para aunar en único ideal a quienes históricamente tan mal se llevaron. No lo habrían aceptado en el West americano. En España sí, por la noble tradición de hacer de todo uno, como aquello de Falange Española Tradicionalista y de las JONS o los sindicatos verticales.

Un leve apunte sobre erección de santos: frente a “santo casi en vida” (Teresa de Calculta), “santo por presiones” (Chusmari el del Opus) o “santo súbito” (y tan súbito como ha sido JP2), otro santo, Isidro, fue canonizado, ahí es nada, casi cinco siglos después de su muerte, el 12 de mayo de 1622, su bula de canonización no fue hecha pública hasta 1724 y declarado patrono de los labradores en 1960. ¡Vaya periplo y qué poco interés!

Madrid, la secular Madrid donde más que en ninguna otra ciudad rige el sentido común, que nunca tuvo aspiraciones de ciudad, que apenas si tiene un proyecto de río y a la que venden proyectos de playas marinas a cuatrocientos kilómetros, a duras penas pudo “inventarse” un santo tras una rebusca de siglos para ser protector de los siervos de la gleba.

Y hoy el nombre de Isidro, olvidado como santo por los madrileños, apenas si ha derivado en sinónimo de paleto.

¿Qué se buscaba con su canonización? Ni se sabe. Quizá llenar un hueco; o adjudicar, al Madrid renacido como capital, un protector; quizá consagrar una leyenda que comenzaba a escaparse por los poros de la memoria (una figura milagreante que campaba por libre). ¿Y qué se realzaba de este nuevo santo? Pues el que alguien que "no debiera", un aparcero o campesino por cuenta ajena, realizaba las mismas acciones que los "profesionales de la santidad". Así, sorprende y no sorprende que en un universo de santos perennemente "frailes" y "monjas" surja la figura de un "paleto", un destripaterrones, un padre de familia... ¡Raro!

Lo de erigir un santo surgido de la tierra es la respuesta de las religiones a la necesidad de suplantar la vida, de secuestrar la realidad, de colmar espacios civiles: donde hay una piedra, allí nace la escala de Jacob; donde hay un amanuense de la tierra al parecer honrado, hacen un santo. Previamente tiene que pasar un "tiempo prudencial", un tiempo para que no hubiera nadie obligado a "callar para siempre", y una adjudicación de milagros con entidad y peso específico. Porque crear personalidades es fácil a poco caletre de novelista que uno tenga. Y si no pásense por la "Casa del Libro" y verán la cantidad de personajes novelescos que se inventan.

¿Que hay que inventar "fechos" y milagros? ¿Y quién los va a discutir? Además, ¿qué importa? Lo esencial es consagrar a Dios "eso"... y pedir.

Leo en “Servicio Católico”:
San Isidro Labrador fue un Santo tan humilde que no sabemos nada ni de sus padres, ni de su infancia ni de su juventud. Sus principales biógrafos son Juan el Diácono, Hurtado de Mendoza y Alfonso de Villegas. Pero más que auténticas biografías son un catálogo de milagros, para expresar su poder de intercesión ante Dios en favor de su prójimo. "Allá en el siglo XII, mientras España forjaba con gloriosas hazañas la magna epopeya nacional y se abría a una civilización nueva, un labrador ignoto, vecino de Madrid—la Villa ganada a los moros por Alfonso VI—araba las tierras de su amo".


Oportunamente se le hace nacer --unos dicen que en 1082, otros en 1095-- a poco de ser conquistado Madrid por Alfonso VI. La “Vida de Isidro” del diácono Juan (S. XIII) sirvió de base a otras posteriores y fue traducida en 1622 como “Vida de San Isidro” por Jaime Bleda.

Lope de Vega, además de su célebre poema Isidro, escribió tres comedias, “La niñez de San Isidro”, “La Juventud de San Isidro” y “San Isidro, labrador de Madrid”. Hace uso de todos los tópicos conocidos sobre Isidro.

De la primera es enternecedora la última escena, donde se le aparece Jesús a Isidro:
¿Sois de San Andrés?
JESÚS. No, amigo, - sino de San Salvador
aunque, en efecto, nacido – en la de Santa María;
y allí también desde niño – me he criado.


En el I Acto de la tercera obra encontramos aquellas danzas que dicen

"Molinico que mueles amores - pues que mis ojos agua te dan..."

o la más famosa, la danza "el villano"
Al villano se la dan - la cebolla con el pan
para que el tosco villano - cuando quiera alborear
salga con su par de bueyes - y su arado, ¡otro que tal!


Lo mismo que vida y milagros de Isidro, estas "danzas" citadas por Lope son remedo de otras muy conocidas en su tiempo. Hoy, las originales, son repertorio común de cualquier grupo de música antigua. Óiganlas en YouTube.

Como casi todo en la religión católica, no dejan de ser leyendas y más leyendas que nadie pone en cuestión... porque todos dan por supuesto que son leyendas. El primer hagiógrafo le adjudica algún milagro; el siguiente apunta dos más; el tercer festero supera a los anteriores... Y se van repitiendo milagros como si de anécdotas vitales se tratara:

Ya el descubrimiento de su cuerpo sería todo un reto para los forenses: en una crecida del río (¿?) las aguas exhuman unos cuarenta cuerpos de un cementerio. Uno de ellos, mojama, incorrupto que le dicen: ¡el cuerpo de San Isidro! Y siguen los demás milagros: Isidro hace que rebose el pozo donde ha caído su hijo; revive el borriquillo y mueren los lobos depredadores; el trigo con que alimenta a los pájaros no se acaba; la olla de los pobres no se agota; al golpe de su guijada brota el agua; mientras él oye misa, los ángeles dirigen la yunta de bueyes...


¿Es todo eso real? ¡Y qué importa, dirán algunos, lo que importa es el testimonio de piedad de un simple labrador! Y, por otra parte, ¡es todo tan bonito, tan sencillo, tan sentimental, tan edificante!

¿Hay, como alguien pretende, identificación histórica entre Isidro y Madrid? ¿Es o no un simple pretexto para festejar el “mezzo mayo” donde la primavera se instala con fuerza? ¿Dice algo Isidro al Madrid de hoy hecho de asfalto, oficinas, chinos y magrebíes, torres, túneles y Metro? ¿Invita Isidro a redescubrir algo olvidado por los madrileños?

Isidro fue, según dice alguien, unión de Cristo a una vida: con su esposa y familia, con su oficio y trabajo, con sus sufrimientos y alegrías y con una caridad ardiente que hizo de su casa un hogar abierto a las necesidades de los hombres. ¿Pretenden que los madrileños descubran esto como panacea de identidad, progreso y efervescencia de piedad y moralidad? ¡Anda ya!

No se dan cuenta de que, cuando el adulto piensa, los cuentos se diluyen y con ellos se va también aquello de lo que pretendían hacer moraleja. “Cuando yo era niño, pensaba como niño...” Pues bien --se le puede decir a Pablo de Tarso-- ahora que soy adulto no cuelan ruedas de molino por gaznates que piensan un poco: el Isidro santo, modelo, paradigma, dechado... lo mismo que no tiene pasado alguno, tiene poco futuro. Quedará el nombre para nominar realidades bien distintas.

Y es que, hoy, según la Real Academia de la Vida, lo que “Isidro” significa es pradera, churros, verbenas nocturnas, globos de colores, niños sempiternamente pedigüeños disfrazados de lo que no son, conciertos de tonadilleras, “hilariones” para “castas y susanas” o Felipes enamorados...

Por la mañana, “obligación de oír misa” que cumplen a duras penas algunos feligreses de “edad media” que no tienen fuerzas para solazarse en "la pradera". El resto, día de sol y paseo, de campo o en la casita de Los Molinos, Cercedilla o El Espinar.

Viva San Isidro Labrador.
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