¿Un Masiá bis?

Cuando leí que que Zapatero se había buscado un jesuita como asesor de bioética pensé inmediatamente en Masiá. Sobre todo teniendo en cuenta que el presidente no quiere para nada a alguien que le asesore en esas cuestiones sino a quien le aplauda hasta con las orejas en esa empresa que lleva al alimón con Don Bernat Soria.

Después vi la fotografía del asesor y me confirmé en lo que había pensado. Es Masiá. Le han sacado con cara de bobo pero eso nos ocurre a todos en ocasiones.

Pues me equivoqué. Es otro. El Padre Carlos Alonso Bedate. Otro dinosaurillo, sólo tiene 72 años, para mí absolutamente desconocido. Pero eso seguro que se debe a mis muchísimas ignorancias y no a los relevantísimos méritos de ese hijo de Loyola nacido en Mota del Marqués en 1935. No me cabe duda de que la inmensa mayoría de mis lectores tenían sobrado conocimiento de su persona, de sus saberes y de su relevancia eclesial.

Pues en menudo follón se ha metido la Compañía de Jesús con ese nombramiento. Que, antes o después, va a tener que rechazar.

El presidente Zapatero se ha caracterizado por sostener unas ideas bioéticas absolutamente disconformes con la doctrina de la Iglesia. Parece absolutamente decidido a legalizar todo lo que la Iglesia reprueba. El matrimonio homosexual, la ampliación del aborto, la eutanasia, la experimentación con embriones... Algunas cuestiones ya son ley. Otras parece que lo serán, caso de repetir mandato, en su segunda presidencia del Gobierno. Y con un jesuita como asesor. Pues como va a quedar el asesor y la orden religiosa a la que pertenece.

Porque, o se va a hartar de decir que cada ley sobre esa materia se ha dictado contra su asesoramiento, y en ese caso para que está ahí, o todo el mundo entenderá que la ha aprobado y consentido.

Todo es un puro desatino. Y una muestra más de a que extremos ha llegado la Compañía de Jesús. En mis años mozos, ya tan lejanos, aunque sea cinco años más joven que Alonso Bedate, era impensable que un jesuita aceptase cualquier nombramiento sin permiso expreso de sus superiores. Incluso para cuestiones totalmente inocuas. Como ser capellán del Vitigudino Club de Fútbol o de la Cofradía de la Santísima Virgen en su tercera angustia y de Nuestro Padre Jesús Nazareno en su mayor dolor.

Hoy cada uno hace lo que le da la gana y se embarca en lo que quiere. Pero hay embarques que pueden conducir a estrepitosos naufragios. Éste me parece que es uno de ellos. A mí que este jesuita termine teniendo que ser rescatado en un arrecife o hundido en las aguas de la contestación eclesial no me quita el sueño. Ya que la Compañía de Jesús se vea mezclada en ello me causa enorme dolor. Pero no puedo hacer otra cosa que señalarlo. Otros, y no yo, son quienes tienen que volver a la cordura a unos cuantos jesuitas.

Espero, sin mucha confianza, que el nuevo Prepósito General de los jesuitas reconduzca todo este despropósito.
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