Cuando Cristo reina, perdona siempre y a todos.

Pantocrator

  1. Cristo rey.

         Jesús vive en la cruz su solidaridad total con el mal humano, muere entre dos malhechores.

         Los dos malhechores somos nosotros. Jesús es solidario siempre con nosotros, con los seres humanos, especialmente en cuanto malhechores.

  1. Cristo es rey perdonando.

         Siguiendo el evangelio de S Lucas, las primeras palabras que Jesús (niño adolescente) dirigidas a Dios a través de María y José fueron: ¿No sabíais que yo he de ocuparme de las cosas de mi Padre? (Lc 2,49). Las últimas palabras de Jesús humano en la cruz están dirigidas al Padre: Padre perdónales (Lc 23,34).

Cristo y Dios Padre, perdonan siempre. El Perdón (y el amor, que a veces es una forma de perdón) constituyen la identidad cristiana. Nuestro Dios perdona siempre y a todos.

Dios Padre se nos muestra en Jesús como pura bondad. Dios es amor y de Dios sólo sale amor, ternura y salvación. Dios nunca asume el papel de juez, siempre actúa como el padre del hijo pródigo.[1]

         El perdón es la clave para comprender el reinado y la salvación que Jesús ofrece.

         Es sublime que lo último que hace Jesús por la humanidad es perdonar: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Jesús es el rostro de misericordia, el sacramento de la bondad de Dios, no de sus amenazas e iras. Ni Jesús, ni el Padre son unos fundamentalistas fanáticos agresivos, violentos y con sed de venganza. Jesús es Mesías y rey, pero nunca fue un fanático religioso – político. Jesús es Mesías de la misericordia de Dios.

         Jesús ha venido para hacernos saber y gozar de la bondad de Dios:

  1. Hoy estarás conmigo en el paraíso La misericordia de Jesús (de Dios).

El acontecimiento al que hemos asistido en el texto evangélico de hoy es, al mismo tiempo, dramático y conmovedor y abre las compuertas de la esperanza. Jesús ejerce su reinado desde la cruz y perdonando.

Tal vez sea la oración más honda de la historia y también nuestra oración: acuérdate de mí cuando estés en tu Reno

En pleno fracaso humano de la cruz: la crucifixión de unos ajusticiados, maldiciones, ladrones, marginados, etc. resuenan con energía redentora estas palabras entre el buen ladrón y Jesús[2], Jesús: Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino ...

Hoy estarás conmigo en el Paraíso.

  • o El Paraíso es una alusión al origen de la vida, al paraíso del Génesis. Estamos llamados a la Vida. La cruz de Cristo es para nosotros una vuelta al paraíso del que fuimos expulsados (Adán). Hoy estaremos con él en el Paraíso. El árbol de la muerte del paraíso del Génesis, queda suplantado por el árbol de la cruz, de la vida.

  • o Hoy[3]. En la muerte de Jesús estamos redimidos, salvados. La vida, la salvación, el paraíso no es algo que hayamos de conquistar para nuestro futuro con nuestro esfuerzo. Jesús y Dios Padre son quienes amable y bondadosamente nos han abierto ya las puertas de la vida.

Y esto es el cielo, el Paraíso es estar con él, que es la vida. Cristo ha descendido a lo profundo de la miseria humana en las aguas del Jordán y ha sido elevado a lo alto de la cruz para vivir juntos por siempre

  1. Acojamos el perdón.

Reconciliarnos con nosotros mismos sentirnos perdonados y absueltos en nuestro interior, en lo más profundo de nuestro ser, de nuestra psicología, nos hace bien. 

  • o Mirarán al que transpasaron (Jn 19,37): mirar a Cristo crucificado- confiere paz, sentido, esperanza. JesuCristo está siempre en nuestra vida, sea cual sea nuestra vida, nuestra condición moral, nuestros fracasos. Lo mismo que Jesús estuvo cercano al buen ladrón, también camina con nosotros y esto, pacifica.
  • o El perdón hace bien a todos. Perdonar a los demás y acoger el perdón, sana nuestras profundidades y nuestras relaciones. “La venganza y el odio son comprensibles”, pertenecemos al reino animal. El perdón no arregla el pasado, -lo que pasó, pasó- pero el perdón mejora y hace amable el furturo

  1. Conclusión de San Pablo

         Termino la homilía de hoy con un texto de san Pablo que recoge lo vivido en el evangelio de hoy

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?

El que no perdonó a su propio Hijo, antes bien lo entregó a la muerte por todos nosotros,

¿cómo no va a darnos gratuitamente todas las demás cosas juntamente con él?

¿Quién acusará a los elegidos de Dios, si Dios es el que salva?

¿Quién será el que condene, si Cristo Jesús ha muerto, más aún, ha resucitado y está a la derecha de  Dios intercediendo por nosotros?

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? ...

Dios, que nos ama, hará que salgamos victoriosos de todas estas pruebas. Y estoy seguro de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni otras fuerzas sobrenaturales, ni lo presente, ni lo futuro, ni poderes de cualquier clase, ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro. (Romanos, 8, 31-39).

Hoy estarás conmigo en el Paraíso

[1] Andrés Torres Queiruga, en el discurso de su jubilación como profesor de la Facultad de filosofía de Santiago de Compostela

[2] el buen ladrón es el único en todo el evangelio de Lucas que llama Jesús a Jesús.

[3] Tengamos en cuenta que el “hoy” lucano es muy significativo: hoy os ha nacido el salvador Lc 2,11,  hoy se cumple esta Palabra, Lc 4,21;  hoy (Zaqueo) ha entrado la salvación a esta casa. Lc 19,5.9.

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