El obispo misionero publica 'Cartas desde las periferias' Nicolás Castellanos, desde las periferias más periféricas

Nicolás Castellanos, desde las periferias más periféricas
Nicolás Castellanos, desde las periferias más periféricas

Nicolás Castellanos cataloga sus cartas según la diversidad de procedencias y destinatarios, con nombres y apellidos reales, como hijo, padre, pastor, peregrino, ciudadano del mundo, hombre de Iglesia, joven y no tanto, teólogo, religioso agustino, párroco, y, por supuesto, obispo…

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Desde las más anchas y profundas periferias, -“espacio que rodea el núcleo central”- , no solo de la Iglesia sino fuera de ella,  acaba de publicar  la editorial “RL” un  nutricio  puñado de CARTAS , firmadas por Nicolás Castellanos Franco, con prólogo de José María Castillo, ambos colaboradores y “facedores” asiduos y fundamentales en el elenco  de RD, por lo que  huelga  la presentación  de los mismos.

Acerca del contenido del texto -375 páginas-, su prologuista destaca con acierto, teología, pastoral e historia, que

“Bien podríamos decir que este libro, con sus 158 cartas, nos sitúa en “lo marginal”, que no provienen de las catedrales o universidades, de los conventos o de los centros de espiritualidad, de los palacios episcopales o de las curias clericales. …Por eso, en el libro salen a relucir  los “pobres”, los “nadies”,  los “enfermos”, y los “discapacitados”, las “víctimas de la sociedad”, los “ emigrantes”, los “ciegos”, la “cuestión social obrera”, la “depresión cultural” o los “Movimientos Populares”…Incluso  cuanto las cartas se dirigen  a colectivos que tienen una presencia   central en  la sociedad, Nicolás Castellanos destaca  su interés  en lo que hay, o tendría que haber de marginal  y periférico  en todo ser humano, en lo que nos humaniza a los mortales. No cabe duda: este obispo es un hombre genial”.

Por si alguien no lo sabe, o se le ha olvidado, Nicolas Castellanos es obispo, que pastoreara la grey diocesana en su ciudad de Palencia y que decidió guardar respetuosamente en el arcón de los recuerdos sus hábitos, atuendos y signos -báculo y mitras- episcopales, (4 de septiembre de 1991) y hacerse y ejercer de misionero en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, el día 16 de enero de 1992.

Nicolás Castellanos cataloga sus cartas según la diversidad de procedencias y destinatarios, con nombres y apellidos reales, como hijo, padre, pastor, peregrino, ciudadano del mundo, hombre de Iglesia, joven y no tanto, teólogo, religioso agustino, párroco, y, por supuesto, obispo…

Es ocioso referir que estas cartas tengan algo que ver con las “Cartas Pastorales” que suelen escribir los obispos, tanto en su temática, como en el modo y “tono” de su redacción, siempre doctoral y mayoritariamente disciplinario. Son cartas-cartas, fraternas y con la segura confianza de que serán tanto o más inteligibles que las del mismo apóstol- obispo, Pablo de nombre y Tarso de apellido.

Nicolás Castellanos
Nicolás Castellanos

Yo he subrayado algunos párrafos de las dirigidas a “Los Nadies”, a los obispos, a su padre Severiano, a su madre Ángela, a la hermana Madre Tierra, a la utopía, al “Padre Bueno”, a la mujer y al hombre nuevos, a Don Quijote de la Mancha, al agustino como él Martín Lutero,-“profeta crítico , quien acercó la Biblia  a la gente y no quería dividir a la Iglesia, sino buscar una reforma en hábitos y costumbres”.   En la carta a los obispos les recuerda que “lo que afecta a todos debe ser tratado y aprobado por todos”, así como que “el que ha de estar al frente  de todos es elegido por todos”,  con mención sagrada para san Agustín que adoctrina que “solo preside el que sirve”.

En la carta a los párrocos enseña a medias el báculo y literalmente les dice que “hoy el párroco no puede estar presente en todo, organizarlo todo, ni presidir todo y no poder hacer nada sin contar con él. Ciertamente se han dado muchos pasos y hoy se respiran otros aires de comunión y participación. Pero en la sociedad plural de hoy, se cuestiona esa estructura parroquial y del párroco, cosificado, que la dirige”

La carta   a su cofrade, Fray Luís de León, es una delicia ciertamente cristiana: “¡Y dejas, Pastor santo,/tu grey en este valle hondo, oscuro,/ con  soledad y llanto,/ y tú, rompiendo el puro aire/ te vas al inmortal seguro¡”, ¡Qué descansada vida/  la del que huye del mundanal ruido ,/ y sigue la escondida/ senda por donde  han ido los pocos sabios/ que en el mundo han sido”.

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