Equipaje

Esta vez, me llamó la atención un pequeño bolso de equipaje de mano que está viejo, ya no luce tanto como el día de su estreno, pero le tengo un gran cariño ¿Y a qué viene esta “tontería”? Pues sencillamente, a que hoy me está tocando el corazón y esto es lo que brota.
Algo material que está impregnado de sentido, es algo que ni podría regalarlo porque rápidamente se iría a la basura pasando a la historia, pero es algo que aprecio, ya que, forma parte de mi propia historia en seguimiento del Señor y ahí, está toda su riqueza, su valor y camino andado en buena compañía, en la que exclamo: Sí, “A ti, Señor, levanto mi alma, en ti confío, no me dejes. Enséñame tu camino, mira mi esfuerzo, perdona mis faltas, ilumina mi vida, porque espero en ti”.
Al leer “Mi equipaje”, me ha llevado a un viaje en el tiempo a través de la mente y el latido del corazón, a un momento concreto inolvidable porque entonces se inició un viaje con Alguien, y también me lleva a aterrizarlo al hoy que vivo en el gozo de continuar ese trayecto de su mano. Cuando Dios llega a tu vida y te invita a seguirle, te descoloca, sorprende pero te da la fuerza para preparar el equipaje y lanzarte a la aventura de viajar con Él.
Es escuchar en tu corazón la invitación a recorrer un camino junto a Él y sólo te pide una cosa, dar un salto al vacío para llenarte, ¡elegir Amar desde Dios!
¡Sigue al Señor! Y cuenta con Él para preparar el equipaje, ten en cuenta que si en la maleta no te coge todo, hay un espacio donde siempre podrás poner más… en el corazón que se deja envolver por el Amor nos coge todo, lo bueno que nos sucede lo ensancha y aquello que nos hace sufrir lo agrieta, pero siempre estará fortalecido por su Amor. ¡No tengas miedo a decirle SÍ, te seguiré! El Señor es guía y buen maestro, ahí llevarás siempre un buen gps incorporado.
Mi equipaje será ligero,
para poder avanzar rápido.
tendré que dejar tras de mí la carga inútil:
las dudas que paralizan
y no me dejan moverme.
Los temores que me impiden
saltar al vacío contigo.
Las cosas que me encadenan y me aseguran.
Tendré que dejar tras de mí el espejo de mí mismo,
el “yo” como únicas gafas, mi palabra ruidosa.
Y llevaré todo aquello que no pesa:
muchos nombres con su historia,
mil rostros en el recuerdo,
la vida en el horizonte,
proyectos para el camino.
Valor si tú me lo das,
amor que cura y no exige.
Tú como guía y maestro,
y una oración que te haga presente:
“A ti, Señor, levanto mi alma, en ti confío,
no me dejes. Enséñame tu camino,
mira mi esfuerzo, perdona mis faltas,
ilumina mi vida, porque espero en ti”.
(Contemplaciones de papel;
José Mª Rodríguez Olaizola, sj)
Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.