Rafael, el que sana

San Rafael
Hay circunstancias ante las cuales no encuentro palabras justas para consolar ante el sufrimiento de una persona que le han anunciado una enfermedad incurable, que tiene la muerte encima como una espada de Damocles. ¿Qué decirle cuando uno se encuentra en plena forma?

La única solución es estar a su lado en silencio, orar interiormente para que este enfermo encuentre la paz interior que ha perdido. Se encuentra como Job que llega a maldecir el día que vio la luz: “¡Maldita sea la noche en que fui concebido! ¡Ojalá aquel día se hubiera convertido en noche, y Dios lo hubiera pasado por alto y no hubiera amanecido!” (Jb 3,3-5).

Rogar al Señor, al arcángel San Rafael, cuya traducción del hebreo es medicina de Dios, que alivie el dolor moral y físico de este enfermo postrado en una rebelión interior que le impide volverse hacia Dios para que encuentre un rayo de luz y de paz para continuar su vía dolorosa en la serenidad y la confianza.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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