En mi debilidad...

Pilas
Hay momentos en que nuestro cuerpo se siente débil, es fácil si pensamos desde la fragilidad física, quizás un dolor de cabeza, un resfriado, etc..., rápidamente podemos detectar el porqué de esa debilidad o fragilidad. También intentaremos encontrar la medicación adecuada para solventar dicha situación y aliviarse lo antes posible, o bien, seguir el proceso que nos lleve a volver a estar bien, en forma, como muchas veces decimos.

Hoy pienso en la propia debilidad interior, cuando siendo difícil expresarlo, dentro de ti palpas que faltan energías, “no estoy en forma por dentro”, a veces, no entiendes ni por qué y otras, la propia realidad de experiencias vividas te hacen constatar que sí, es cierto, se siente esa debilidad que te dificulta para respirar desde Dios y es precisamente desde ahí también, que el camino para recuperar las fuerzas del alma, está en aceptar y presentarle aquello que se es hoy y ahora. Aquí estoy Señor, y mirándote, el deseo es profundo y sincero de que ahora: “En mi debilidad, hazme fuerte Señor”.

Hay que buscar aquello que te ayude a “cargar las pilas interiormente”, a seguir respirando, a seguir teniendo esperanza, a seguir sencillamente un camino de fidelidad de la mano del Señor, en el que sigues creyendo, con todo lo que conlleva, con todo lo que cuesta, con todo lo que nos queda por vivir todavía porque en sus manos estamos, junto a Él respiramos. Hay días que los salmos te regalan algo de especial y ahora este salmo 31 (adaptación), es luz, mi “medicina” para respirar interiormente. “Señor, enséñanos a vivir desde la fortaleza que da el Amor”Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.

SALMO 31 (adaptación)

En ti, Señor, me cobijo,
no quede nunca defraudado.
Líbrame, conforme a tu justicia,
atiéndeme, date prisa.
Sé tú la roca de mi refugio,
fortaleza donde me salve
porque tú eres mi roca y mi
fortaleza
por tu nombre me guías y me
diriges.
Enséñame a caminar por tus
sendas
en tus manos pongo mi vida
y me libras, Señor, Dios fiel.

Tú me libras en las tormentas,
me defiendes en la lucha,
me orientas en las sombras,
me conduces en la vida.
Cuando estoy en apuros
y la pena debilita mis ojos,
mi garganta y mis entrañas…
cuando pierdo las fuerzas
en ti confío, Señor:
me digo: “tú eres mi Dios”.
Tu bondad es grande, Señor.
La reservas para tus fieles,
se la das a quienes a ti se acogen
y cualquiera puede verlo.
Bendito seas, Señor,
que me enseñas a vivir
desde la fortaleza que da el amor.
Amad a Dios, todos sus amigos.
Tengamos valor, y firme el corazón,
nosotros, que esperamos en el Señor.
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