Creo que Navidad se presenta como esa
posibilidad de cambiar la experiencia de Dios y de lanzarnos a otras posibilidades durante el Año Nuevo que vamos a comenzar. Año incierto en algunos aspectos; pero cierto, sin duda, que Dios siempre estará esperándonos, buscándonos, amándonos. Sólo hace falta esa “nueva visión” interior -en extremo dura–
QUE NOS LLEVE A AQUILATAR LA VISIÓN Y LA AUDICIÓN. Porque Él habla, siempre habla; sólo hace falta nuestra atenta escucha.
Él se muestra –aunque juegue al escondite algunos ratos- y sólo hace falta perspicacia, fijarnos bien en los guiños que nos hace a través de las gentes, los acontecimientos y las cosas y, sobre todo se precisa de constancia, mucha constancia en la búsqueda.
Texto: Magua.