La preocupación de un papa

San Gregorio Magno, también religioso como el actual papa, comentaba estas palabras: “Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela de la casa de Israel”. Y proseguía: “Hay que observar que bien a las claras previene el Señor que es un centinela aquel a quien él mismo envía a predicar. El centinela permanece siempre en la altura para observar desde lejos lo que puede ocurrir. Y por tanto, todo aquel que es puesto como centinela debe permanecer en lo alto por su misma vida para que pueda ser útil por su vigilancia".
Este gran santo se lamentaba de lo duro de las propias palabras que pronunciaba. Una gran exigencia de la que se veía lejos de vivir por su debilidad humana. Es lo que con frecuencia repite nuestro papa: “Todos somos pecadores”, pero también añade que ser pecador no es ser ruin.
Confesarse pecador lo acerca a todos, los que ante Dios nos sentimos débiles, sin ningún mérito a alegar sino de acudir a su gran misericordia, es sentirse protegido a pesar de nuestros fallos por la gracia de Dios que es Padre.
Unas líneas más adelante, Gregorio comentaba que en su misión se veía obligado a examinar pleitos al interior de la Iglesia, a juzgar muchas veces vida y obras de particulares, a defender ciertos negocios de particulares, preocuparse por la invasión armada de los bárbaros, temiendo las acechanzas de los lobos sobre el rebaño confiado.
¿Qué es lo que ocurre en nuestra historia actual? Diría que corregidos y aumentados los mismos problemas: La injusticia, explotación y egoísmo de unos pocos sin escrúpulos sobre una inmensa mayoría que mal vive bajo la pobreza extrema. Las guerras que amenazan por todas partes en este momento en Medio Oriente y particularmente en Siria donde un ataque puede llevar a un conflicto regional e incluso global.
Estas son preocupaciones que afligen al papa Francisco que ha hecho una llamada mundial a orar y ayunar por la paz:“La humanidad necesita ver gestos de paz y oír palabras de paz”, ha subrayado. Sigamos sus indicaciones para que esta paz tan amenazada sea una realidad. Texto: Hna. María Nuria Gaza.