Aquella víspera de Reyes, recibí, vía estrella/correo, un doc. de versos (20 poemas)de autor hasta entonces desconocido. Me impresionaron por su belleza, elegancia, piedad... No es fácil, en los tiempos que vivimos, o agonizamos, descubrir poesía religiosa de calidad, que enganche el alma. Pero el 5 de enero,al descalzar los zapatos al pie del belén, sonó la campana del ordenador y me bajaron los ángeles un poemario titulado, nada menos, "DENTRO, DIOS"... Venía acompañado de una excelente referencia, la recomendación de Casaldáliga (27 de marzo, 2006):
"La verdad es que son unos bellos poemas, transparentes, limpiamente castellanos, con sabor machadiano incluso, de una contemplativa espiritualidad muy cordimariana. Por lo demás, son del crepúsculo del Alba. Amanece Dios en ellos muy adentro."
El Obispo de Mato Grosso (podéis ver y sentir siete de sus poemas pulsando aquí) está refiriéndose a su compañero de congregación claretiana Ángel Sanz Arribas (se me escapó su nombre)...
Y ahora me toca a mí el oficio de estrella para vosotros, señalando, por hoy, tres sencillos poemas, ungidos de ternura y fe.
"DÉJAME QUE TE CANTE HORA TRAS HORA..."
El subtítulodel poemario es "Poemas del crepúsculo". Y aquí nos llega la primera oración, en cuyo cielo luce, como luminaria mayor, el pensamiento de san Juan: "Dios es Amor" (1 Juan 4,8).
Cuatro cuartetos bien medidos, bien meditados... Buenos días, buenas tardes, buenas noches, Amor..."Déjame que te cante, hora tras hora"... "siempre, Amor..." ¿No merecen figurar estos versos en la primera página del libro de rezos de la "Liturgia de las horas"?
ORACIÓN DE LAS HORAS
Buenos días, Amor, mi casa es tuya
del cimiento a la torre, los cien nidos
de mi jardín estallan en latidos
para estrenarte a coro su aleluya.
Buenas tardes, Amor, siento que reza
en silencio el paisaje, y en su huida
pide perdón por tanta luz vencida
y por tanto derroche de belleza.
Buenas noches, Amor, en tus rodillas
me reclino por fin, tu paz me deja
entre el ruido de ayer que ya se aleja
y el alba que se acerca de puntillas.
Siempre, Amor, me sorprende y enamora
ese rescoldo azul de tu misterio;
hoy que mi corazón es un salterio
déjame que te cante hora tras hora.
TRANSPARENCIA DE DIOS
Dedicanuestro autor este nuevo poema a su amigo de tres meses Tico. Descubre el poeta a Dios en la catedral de la sonrisade Tico, que regala su alegríapara todos sin pedir nada a cambio, como cantan los pájaros, como arde el sol, como nos perfuma la rosa...
REGALO
Me ha mirado
y me ha dado su sonrisa
sin pasarme factura
(¿cuánto vale la sonrisa de un niño?).
Luego ha agitado
alborozadamente
sus tiernos brazos diminutos
y ha vuelto a sonreír
(aún no tiene otro idioma).
Cada sonrisa es nueva,
distinta, irrepetible,
única... La disfruto
con renovado asombro
como se estrena el sol cada mañana.
Él no me dice ‘para ti’,
nunca pone la firma
para dejar constancia;
me la regala simplemente,
lo mismo que la rosa
es rosa y se regala sin saberlo.
Ni siquiera he podido darle gracias,
no me hubiera entendido
(‘¿gracias, por qué?’).
Él se entrega sin más en su sonrisa
y no sabe
ni sospecha siquiera que está siendo
con ello,
limpiamente,
transparencia de Dios.
EL PESIMISTA
Nos habla Ángel del pesimista, que ve el vaso medio vacío o vacío del todo, que no se entera de que hace un estupendo día, de que ha estallado, al fin, la primavera... Hace un tiempo algunos autobuses recorrieron Madrid y Barcelona con la hipótesis: "Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y goza de la vida". Viene a decirnos el poeta claretiano exactamente lo contrario: "¿Probablemente? ¡Dios existe! ¡Alégrate y goza de la vida!"
MÁS LUZ
A medio día,
cuando el sol era un estallido de luz,
el pesimista entró en su guarida,
cerró la puerta,
bajó la persiana,
tapó todas las rendijas,
y se puso a gemir,
lleno de angustia,
porque ¡era de noche!
Fue entonces cuando Dios,
que se hallaba allí dentro,
le dijo con voz clara al oído:
abre la ventana,
abre los ojos,
abre el corazón,
y canta.
Canta, salta, ríe,
alégrate.
Y no peques contra la luz.
EL NIÑO JESÚS HABLA EN LA CUNA, de J. A. Peñalosa
LA RONDA DE MARÍA Y LAS PALOMAS..., de Emilio Breda
CIELITO DE B. AIRES PARA EL NIÑO-DIOS, de Emilio Breda