Es bueno dedicar una mañana o una tarde cada mes al retiro espiritual. Elevándonos con Cristo retiro con ideas del místico Rysbroeck

Retiro de octubre 2023

Retiro octubre  2023, 

Elevándonos con Cristo

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Advertencia para todos los meses:

Retiro: Es bueno todos los meses practicar una mañana o una tarde de retiro. Ofrezco este retiro del mes de xxx, con el tema “xxx”.  Se puede realizar en particular durante una mañana o una tarde. También puede servir a sacerdotes para ofrecerlo a algún grupo de personas. Puede ser muy fructuoso para el alma. --- Íntegro debajo de este anuncio:

Preámbulo. Ante todo hemos de ponernos en la presencia de Dios de una manera consciente y detenida; esta puede ser una manera eficaz:

 1.- Con calma decir: Señor, Tú estás aquí. Yo lo creo. Tú me ves... Me contemplas... Penetras mi alma hasta el fondo... Me escuchas... Me amas... Yo soy alguien para Ti. Importo ante tus ojos. 2.- Lo creo, Señor, porque Tú lo dijiste; y ni quieres, ni puedes engañarnos. 3.- Si Tú estás aquí, y lo creo, debo comportarme como lo hago delante de alguien que es muy importante para mí.4.- Voy a practicar un acto de oración, de búsqueda de Ti, de tu voluntad. Sea para tu mayor gloria.

Elevándonos con Cristo

Advertencia: El estilo de Ruysbroeck es un tanto estudiado; con divisiones muy artificiosas, demasiado reiterativo, lenguaje en ocasiones críptico. En estos retiros el pensamiento del gran místico lo hemos intentado adaptar al lenguaje de nuestro tiempo   El Beato Juan Ruysbroeck solía pasar horas enteras en el bosque que circundaba su monasterio para escuchar la voz de Dios. En alguna ocasión quedaba arrebatado en éxtasis. Vamos a intentar en este retiro adentrarnos en nuestro espíritu como él lo hacía. Nos ponemos muy conscientes en la presencia de Dios. Nota: La numeración de cada párrafo de la izquierda indica el número del capítulo de los respectivos libros

Exposición del tema

29.- La espiritualidad venida de Cristo, sigue en auge, pero...- El sol comienza a caminar desde la altura del cielo. También en el momento en que la Virgen María subió al Cielo hubo abundante gozo. Teniendo a Cristo, Sol de Justicia, en el corazón del hombre, parece como que desaparece el hervor, pero habla en el interior en lo más íntimo de nuestro ser. El hombre se ve en sí mismo pobre y miserable y todo el incendio e impaciencia de amor se amansa; parece que llega el otoño y la compunción de corazón se hace más fuerte al verse destituido de consuelo. Algo parecido al hombre erudito cuando le parece haber perdido la ciencia. Se encuentra desconsolado y  despojado de las cosas terrenas,  y desamparado de las  criaturas. A veces incluso molestado por enfermedades. En esta pobreza empieza a temer la caída y es combatido por la tentación de desconfianza.

30.- El hombre desconsolado.-Para paliar su desconsuelo, busque de buena gana hombres virtuosos y hábleles de su propia miseria; implore de ellos oración y ayuda. Dese cuenta como Job: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó… sea bendito el Señor”. Esté dispuesto a sufrir, ponga todo en las manos de Dios. Ha de darse cuenta que nada es tan gustoso como el fervor hacia Dios y que nada mejor que sentir ser propiedad de su Amado. Humildad en la obediencia. Así conseguirá el equilibrio…  dándose cuenta de que está en las manos de Dios. Sí, ofrecerse a Él de buena gana. Reverenciar y ofrecerse al Creador.  Amontonar el pan y los frutos maduros de donde perennemente viviremos y estaremos ricos en presencia de Dios. Con la vida y la paciencia se provocan cosas mejores; y así el pan de las virtudes recogido se multiplica maravillosamente para el uso de los buenos. Caminar sin interrupción; y perfeccionarse más y más en las virtudes. Abnegar la propia voluntad en la divina.

31.- Cuidado con este impedimento.- Algunos hombres poco circunspectos cogen malos humores y contraen enfermedades y calenturas y llegan a morir en las virtudes. Necesitan gran fortaleza de ánimo y seguir el ejercicio de las virtudes. Quisieran gozar del consuelo divino, pero sin trabajo; lo cual no suele acontecer. Se dan cuenta de que son flacos, tiernos y con pocas fuerzas; y han de servir a su Dios de corazón. Pedirle su ayuda.

32.- Otro impedimento.- Una especie de hidropesía; esto es apetecer cosas temporales, y cuanto más tienen, más quieren tener, y así la gracia de Dios no tiene en ellos influencia. Y al poner su corazón en las cosas temporales, es poco el amor fruitivo en las cosas de Dios y disminuye su caridad. Ahogados en estos deseos, pueden morir. Por eso es preciso sean  señores de sí mismos; pedir fuerza a Dios y serán curados.

33.- Una calentura espiritual que puede dañar al hombre.- Consiste en la multiplicidad de corazón; con ella los que están enfermos quieren conocer todo; hablan mucho y se mezclan en cosas fútiles, para enterarse de todo. Su obrar diario está muy perturbado. Este modo de obrar supone poca responsabilidad y un carácter inestable. Son inconstantes en sus prácticas de piedad: a veces rezan a Jesús con fervor en la comunión, pero en otras ocasiones no les importa dejar de comulgar. Todo ello nace de su corazón inestable. Es preciso ser consciente de que su corazón no descansa en Dios. Para poder arrojar de sí esta multiplicidad ha de poner cuidado en aprender a descansar en Dios y en la sublime unidad de su Majestad sobre todas las virtudes. Esta calentura se contrae del frío de espíritu, porque el fervor de la caridad entonces es pequeño; buscan lo que les agrada por su inclinación natural. Hay en ellos también cierta soberbia que causa la inestabilidad. Si no ponen remedio se van apartando del buen camino y van cayendo en el descuido y más todo en el desprecio. Peor aún es el caso de quienes nunca consiguieron noticia de Dios.

34.- Cristo nuestro modelo.- Miremos a Cristo nuestro Señor que no solamente nos enseña a levantarnos de cuanto nos aparta del camino, sobre todo vemos en Él nuestro modelo a seguir.  Él trajo fuego al mundo (Lc. 12), trajo un amor sensible y fiel; suspiraba al Padre por las necesidades de todos los mortales; todos sus actos llevaban la acción de gracias y alabanza. Y en Jesucristo hallamos la plenitud de la gracia y de todos los dones y bienes. (Col. 1). Él es la azucena inviolable de los valles. (Cant.2). Sol glorioso que subió y resplandeció. Quiso aguardar el tiempo definido por el Padre desde toda la eternidad. (Jn. 13). Y empezó otra vez este Sol Eterno “los círculos inferiores”, porque se humilló a Sí mismo y se entregó por nosotros al poder de sus enemigos; sufrió el abandono de sus amigos y con su caridad nos salvó. Nos recuperó como herencia eterna. ¡Salvador del mundo! 

 35.- Para conseguir la divina iluminación.- El que quiere recibir la divina  iluminación no busca nada suyo ni en el tiempo ni en la eternidad; sabe sufrir con paciencia tinieblas y miseria; seguir con la vida interior y la práctica de las virtudes. Acoger la voluntad de Dios y renunciar a muchas cosas propias.  Buscar las cosas de Arriba.

36.- Viene el Espíritu de Cristo.- Adorna e ilustra las tres potencias del hombre. Esta venida puede compararse a una fuentede donde dimanan tres ríos hacia las tres potencias. Estos tres ríos son unos influjos de las operaciones de Dios que obran por medio de la gracia.

37.- Un río fluye en la memoria.- El primer río de la gracia que fluye es de pura simplicidad. Se levanta la memoria del hombre y se libera de los pensamientos peregrinos. Dios entonces pide una salida y es consciente el hombre de la unidad de su espíritu y mente. Y fija entonces la memoria en esa unidad por la gracia de Dios y se inclina de modo permanente a la unidad donde el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están unidos con todos los santos.

38.- Otro río ilustra el entendimiento.- Este río es de una claridad espiritual grande. Dios es quien envía la luz cuando y como le parece. Los hombres que la reciben no necesitan una revelación especial, pues fueron creados a imagen y semejanza  de Dios. Pueden entonces levantar los ojos a Dios, y en un silencio vasto y oscuro contemplar el piélago  de la Divinidad como bien infinito y vacío de todo modo. Contemplará también  que el Padre es Creador, Conservador, Motor, fin, causa y existencia de todo; el Hijo es el Verbo Sempiterno, Sabiduría Eterna, ilustración y esplendor de todos los santos. Y que el entendimiento vea las cosa apropiadas del Espíritu Santo: su caridad, piedad, liberalidad, misericordia, fidelidad, que mana bondad y abunda en regalos; un abrazo que penetra en la unidad fruitiva al Padre y al Hijo. En la naturaleza de la Divinidad son una cosa misma y no pueden separarse. Porque el Padre, sin intermisión, engendra al Hijo; el Hijo es engendrado del Padre. Y el Padre y el Hijo aspiran un Espíritu que es la voluntad o amor de ambos. Y sus obras y acciones que emanan les son comunes, puesto que obran en virtud de una naturaleza  simplicísima.

39.- Admiración de la comunicación divina y su influencia.- La comunicación de Dios crea la admiración en el hombre. Y de aquella esencia de Dios incomprensible emana gracia y gloria y  causa en el alma gran fruición. Contemplamos también el Cielo, la Tierra y el Sol… Hay mucha diferencia en nuestra apreciación; pero el mismo Dios está en todas y cada una de las cosas, porque por Él y en Él son todas las cosas, y de su Majestad depende todo lo creado. (Rom. 11). Hemos de contemplar las maravillas y riquezas divinas. Y de aquí nace un gozo singular en el espíritu.

40.- Un tercer río que confirma la voluntad.- El gozo de la divina gracia y la fidelidad de Dios hacen que bulla en el alma como un tercer río, como un fuego que inflama la voluntad. Excita y causa un amor sutil y espiritual. Aquí ya manda Cristo al espíritu. Supera ya a la simple luz del primer río; supera incluso a la caridad infusa del segundo río. Este tercer río es el ardor inspirado, y queda la voluntad elevada y encendida en la gran riqueza divina. Y este hombre queda hecho espiritual e iluminado. Y esta misma fuerza de gracia vuelve a pedir un influyo perpetuo al mismo principio de donde empezó a manar y correr.

41.- 42.- El que está firme en el amor ha de salir a recibir al Señor de cuatro modos.- Ante todo ha de mirar al Señor en su gloria que se ofrece con gusto y regalo a cuantos deciden seguirle. Sus dones provienen como de fuente, pues su Majestad es como el mar en quien se ve el flujo y reflujo. El flujo es sin intermisión a todos cuantos le aman;  y el reflujo es cuando vuelve a Sí a todos cuantos habitan en el Cielo y en Tierra. Muchas veces se muestra muy rico, liberal, piadoso e inmensamente bueno,  y pide que le amemos. Por eso todos los bienaventurados hacen una llama de amor para conseguir que Dios sea amado según su excelencia. Y es que Dios habita en cada uno y se extiende con su excelencia por todas las partes en Trinidad y Unidad de Naturaleza Divina.

43.- Salida hacia los pecadores.- El hombre, pues, ilustrado por Dios, saldrá con un gran dolor y misericordia; los guiará Dios poniéndoles delante todos los bienes que Él mismo prometió. Dios quiere ser rogado, y la caridad no sufre que sus ruegos y votos se frustren. Y pide a Dios que comunique su  caridad y misericordia; y que sea alabado en los Cielos y se propague su gloria hasta los confines de la Tierra. Esta salida va, pues, dirigida a regenerar a los pecadores.

44.- 45.- Salidas hacia las almas del purgatorio y hacia las personas buenas.- Este hombre iluminado mirará hacia sus amigos que  están en el purgatorio y rogará por ellos a la clemencia, misericordia y piedad de Dios. Y puede ser que este hombre sea incitado por el espíritu de Dios a rogar  por algún pecador en concreto detenido en las penas del purgatorio y así descansa en el Espíritu Santo  que le impulsa a orar.  Y por fin en la última salida este hombre rogará a Dios  que perseveren en la virtud las personas buenas y mediará con la benevolencia de Dios y se adornen con hermosura sobrenatural las tres virtudes o supremas fuerzas.

46.- Cómo pueden ser conocidos los que no tienen amor común.- Los hombres iluminados con la luz divina son quietos y estables, tienen sabiduría infusa por Dios,defienden de buena  gana sus dogmas y su sentir, aman la caridad y pasean por Cielo y Tierra. Mientras que los alejados de la virtud son dados a la multiplicidad, inestables y entregados a la curiosidad; disputan con sutileza cuestiones estériles, les parece ser ellos los más sabios y buenos, juzgan que quienes no siguen sus doctrinas y consejos están envueltos en errores; y dan poca importancia a las culpas leves. Además aprecian en demasía los asuntos del cuerpo. No son ni justos ni humildes ni piadosos. Es clara la diferencia entre unos y otros.

47.- La caridad común de Cristo.- Jesucristo fue enviado al mundo para la salud de todos cuantos quieran convertirse y volver a su Majestad. “Que no fue enviado sino a las ovejas que habían perecido de la casa de Israel” (Mat. 15,24). Quienes seguían a Jesús eran sencillos, y estaban ilustrados con una continua paz en unidad de espíritu y sabiduría divina. Y en los primeros cristianos era todo común. Jesucristo se dio a todos, amando a todos y por nosotros vivió y murió.

48.- Reprensión a los que usaban mal las limosnas.- Los religiosos que vivían de limosnas eran sencillos y gozaban de una continua paz en unidad de espíritu y estaban ilustrados de sabiduría divina. Pero en nuestro tiempo sucede lo contrario, porque los que poseen las rentas eclesiásticas son inestables y entregados a las cosas del mundo, rudos y no ilustrados con la luz de la verdad divina. Y a la manera que antiguos próceres de la Iglesia y sacerdotes abundaban en  caridad, hoy son avaros y no permiten que se les caiga de las manos cosa alguna. Que cada uno en particular se mire a sí mismo.

Examen práctico.

Miro mi interior ¿hasta qué punto es Cristo el sol y luz de mi vida, el gozo de mi alma? Pedir fuerza. Buscar la indiferencia ignaciana, ¿hasta qué punto me esfuerzo? ¿Se lo pido al Señor? ¿Me excedo en el voluntarismo, pretendiendo demasiado de mí mismo, desanimándome en los fracasos, no acudiendo de continuo a la oración? ¿Me invade la soberbia, la dejadez, el descuido en relación con mi vida espiritual? Pensar cómo Cristo puede ser nuestro modelo, pedirlo, suplicarlo, orar con constancia. Acordarme del Espíritu Santo que me guía, me da fuerza, me acompaña en mi vida interior. ¿Cómo va mi devoción al Espíritu Santo? Fomentar el ardor y fervor, el dar de lo que llevo en el alma, ocuparme de llevar el mensaje a los vivos y también la ayuda a los difuntos.

José María Lorenzo Amelibia

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