No imitéis a este obispo iracundo

A nuestros obispos: Caso real. Estaba predicando un obispo. Observa a unos seminaristas cuchicheando en un banco mientras su homilía. Llama la atención del señor Rector interrumpiendo la predicación y le dice que quiere hablar con él después de Misa. Exige al rector que imponga a todos aquellos seminaristas como castigo que durante las próximas vacaciones (Semana Santa) se queden sin ir a casa castigados en el Seminario. Bochornoso por parte del obispo, pero real.

¿Qué fervor y entrañas de misericordia tenía aquel desgraciado monseñor? Y lo peor de todo, que gozaba de mucho prestigio. Así se escribe la historia. Eviten los obispos las iracundias llenas de soberbia.

            Sucedió el caso hace muchos años; pero no quiero poner el nombre  de este obispo por  respeto porque se dice el pecado pero no ha de decirse al pecador.

 José María Lorenzo Amelibia

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