El terrorismo deja rastro

Enfermos y Debilidad

El terrorismo deja rastro

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 (ABC)

            Hace varios años ofrecieron en París una exposición de fotografías relacionadas con el terrorismo. Aquella muestra viajó por varias ciudades españolas y pudimos contemplarla con el corazón compungido. “Nos hemos esforzado por no enseñar vísceras para no humillar a las víctimas y respetar su dignidad; nuestra selección está hecha con criterios periodísticos y no políticos”. Cien fotografías, cien miradas desde el dolor eran el resumen de aquella exhibición trágica. De verdad impresiona cómo puede haber personas que por un ideal político lleguen al ultraje total contra sus semejantes.

Nadie, sino Dios, puede disponer de nuestra vida. Es la mayor injuria que se puede hacer, asesinar a un ser humano. A nadie le es lícito torturar. En una de las fotos se veía a Ángel Berazadi, secuestrado y ejecutado por ETA; a su izquierda el brazo del desalmado custodio sosteniendo una pistola cerca de la cabeza de la víctima indefensa. Todos los rostros de los retratos reflejan el terror, la angustia, el dolor. Parece imposible llegar a una crueldad total dentro de una sociedad civilizada.

Escritores, intelectuales, sacerdotes, periodistas invitan a una reflexión ante tanto sufrimiento. “Estamos indefensos - decía un hombre sabio -. La violencia terrorista deshonra la causa que pretende defender, transformando a los responsables en cobardes representantes de muerte y de sangre”. Nos encontramos frente al poder del mal, y en solidaridad con la debilidad de la persona secuestrada o amenazada. 

Pienso que, en nombre de las vidas atemorizadas por el terror, tenemos la responsabilidad de hacer prevalecer los valores cristianos de dignidad humana frente a la intolerancia y el crimen. Quitar la vida a una persona carece de justificación y no existe ningún ideal capaz de autorizar un asesinato. En cierta ocasión escuché decir a una persona que tal vez, en nombre de Dios, sí se podría matar en algunas circunstancias. Aquella frase me hizo temblar por dentro. Me pareció cuasi blasfema. 

            Los médicos y medicinas son muy importantes para la curación de víctimas supervivientes del terrorismo; pero para reaccionar del todo ante hechos bárbaros es preciso elevar los ojos a Dios. En algunas parroquias organizan jornadas de oración para solucionar el problema de la paz civil. Hombres de buena voluntad y políticos proponen distintas soluciones.  El libro de los Salmos está lleno de sentencias e invocaciones que serenan el alma y ayudan a superar el fantasma de la desesperación, aun en las pruebas más duras. A la hora de vencer el demonio más cruel de nuestros tiempos es necesario considerar todos los medios justos y pacíficos. Pero siempre puestos los ojos en Dios, porque Señor “si el Señor no construye la ciudad, en vano trabajan los albañiles”.

 José María Lorenzo Amelibia

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