Escribir con el corazón

En el aeropuerto de Barcelona mientras esperaba mi vuelo para León, a donde me dirigía para dar un curso, pregunté a un niño, que me dijo que se llamaba Rodrigo y que tenía cinco años: “-¿Ya escribiste tu carta a los Reyes?

“- Si –me dijo- pero, ¿tú sabes cómo escriben la carta los niños que aún no sabemos escribir bien?”

“- No –le respondí- ¿cómo la escriben?” Inmediatamente y con decisión y mucha expresividad me explicó: “- Mi abuelita me dijo que los niños pequeños escribimos la carta con el corazón. Mira, se cierran los ojos bien fuerte -así- y entonces piensas mucho, mucho, mucho en los Reyes Magos y en Jesús, y los ves muy adentro. Después les dices muchas veces que vengan, que vengan, que los esperas…. Después te callas un rato y después dices ¡Amén!

Deseo, como Rodrigo, que los mayores y los niños sepamos escribir con el corazón nuestra carta a los Reyes. Que aprendamos a callarnos –hacer silencio-, a mirar fijamente a Jesús y a los que van a adorarle, y a decirle con insistencia que venga, que lo esperamos, que Él es lo único necesario, y todo lo que necesita el jundo y cada uno de nosotros. Que venga y nos traiga su paz.

Cuando nos callamos, -como me dijo Rodrigo- Él llena ese espacio con su ternura y con su fuerza, y nos prepara para acoger lo que Él sabe que necesitamos.

El ¡Amén! final, es la expresión de confianza y abandono: Que vega como quiera, pero que venga, que lo estamos esperando cada día.

Os invito a escribir como lo hacen los niños que no saben escribir: no olvidemos que “de los que son como niños es el Reino de los cielos”.

Ánimos, y antes que den las doce campanadas que cerrarán este año 2007, intentemos tener un momento para escribir con el corazón. Feliz año nuevo.

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