¡Más vale caer en manos del Dios vivo!

Existen unos portales en Internet que se disputan la “ortodoxia” y pujan por el integrismo más radical del momento. Alguien habla de “cavernas”.
La pena es que detrás de la pluma –porque se les ve el plumero- o de las teclas, están quiénes se llaman católicos, y en sus juicios, afirmaciones y calificativos brilla por su ausencia el respeto, en su lugar hay coacción, despotismo y el más rancio machismo ancestral que les lleva a descalificar de forma inmisericorde a quien no piensa como ellos… y si son mujeres, ¡mucho más! Como decía un amigo, esos son del gremio del “No sé de qué se trata, ¡pero me opongo!”
Siempre están en pie de guerra, se creen poseedores absolutos de la verdad y se distinguen por la falta de caridad. Ya decía el escritor sagrado, ¡más vale caer en manos del Dios vivo!
Dicen que a los discípulos de Jesús y a los primeros cristianos, a pesar de sus diferencias –que las tenían- se les conocía por el amor, y se decía e ellos: “mirad cómo se aman”. Los que firman dichos post, en cambio, podrían decir cada uno de sí mismo: “mirad cómo me amo”, porque como Narciso, parecen recrearse en su imagen, en sus palabras y en sus descalificaciones, ¡y cuánto más grandes, más!
Me huele que eso de cristiano, no tiene nada, y de católico –universal- ¡menos aún!
La verdad es que me dan pena, ¡mucha pena!, y si antes me rebelaba contra esta forma dura “de creer” y de “imponer”, ahora me limito a pedir para ellos un poco de luz, otro poco de espíritu positivo, y si no es mucho pedir, el espíritu de las Bienaventuranzas de Jesús. Tal vez así se sientan liberados.
Creo que esta es la espina que tenía Jesús antes de morir: “Padre, que sean uno”. No podía ver que no se amaran; no puede ver ¡que no nos amemos!
Deseo que llegue el día en que pensar diferente, no sea una amenaza para nadie; donde intentemos ver la parte de verdad que hay en las afirmaciones del otro, y sobre todo, que seamos capaz de respetarnos y amarnos, de velar por el bien de los otros, más que por el propio; de no desconfiar por sistema, sino de crear una red de confianza mutua, de solidaridad y de ayuda. Que pongamos en común lo mejor de cada uno de nosotros para que los otros se puedan aprovechar, enriquecer.
Deseo que nunca NOS olvidemos fundamentalmente de Jesucristo que vino a anunciar una Buena Noticia de Salvación para todos, y que esa sea nuestra única tarea: anunciarla en la vida con gestos, palabras y actitudes.
Termino: el que esté libre de pecado, qué tire la primera piedra, y que todos "cojamos vela" en este entierro.