¿Sabemos complementar cotidianidad y espiritualidad?

Ambas se compenetran, Dios se manifiesta en la vida cotidiana y ahí es donde lo tendríamos que saber reconocer.
Recordemos el Evangelio de Marta y María, por todos conocido. Marta se afana y sirve a Jesús, ella conoce la experiencia mística que impregna su vida cotidiana, sin embargo, María se quedó en el gozo del embelesamiento.
En la sencillez es donde podemos sentir la divinidad, Dios no quiere ser solo adorado, sino también vivido. Es por lo que la cotidianidad y religiosidad deberían de ser ambas inseparables, da igual lo que hagas o donde estés para poder hacer VIDA de ese momento.
Quien no conoce a Eckhart, reconocido teólogo y filósofo dominico alemán llamado “maestro Eckhart”, esto es lo que nos deja en una de sus múltiples reflexiones:
Desde el fondo más intimo has de obrar tus obras, sin por qué alguno. Mientras hagas tus obras por Dios o por tu eterna bienaventuranza, es decir, desde fuera, realmente andarás mal. Pueden aceptarte tal cual, pero no es lo mejor. Quien se imagina que recibe más de Dios en el ensimismamiento, la devoción y en mercedes especiales que cuando se halla cerca de la lumbre o en el establo, hace como si notara a Dios, de esta forma toma el modo y pierde a Dios, que está escondido en el modo. Pero quien busca a Dios sin modo lo aprende tal como es en sí mismo y semejante persona vive con el Hijo y él es la vida misma. Si alguien durante mil años preguntara a la vida: ¿por qué vives?, ésta, si fuera capaza de contestar, diría:”vivo porque vivo”. Esto se debe a que la vida vive sin por qué ya que vive para sí misma. Si alguien preguntara a alguien que obra desde su propio fondo: ¿por qué obras así?, él, si contestara bien, respondería: “obro porque obro”.
¿Dónde nos situaríamos nosotros, seríamos capaces de unir ambas dimensiones?
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