inauguración del VIII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales en Astana, Kazajistán Cardenal Koovakad: "Hablemos de desarrollo, diálogo y colaboración, y cambiaremos el curso de la historia"

El prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso en la inauguración del VIII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales que se celebra en Astana, Kazajistán exhorta a los líderes espirituales del mundo a la "responsabilidad" común
El desarrollo, la relación con Dios y la fraternidad salvan a la humanidad. La colaboración entre las religiones del mundo no es opcional, sino "indispensable", es nuestra responsabilidad común
| Daniele Piccini
(Vatican News).- La humanidad y el mundo, en este «momento crucial», pueden caer «fácilmente» presa de una «sensación de desesperanza». De todas partes llegan noticias de «conflictos, guerras, violencia, destrucción, batallas comerciales y desastres naturales». Por otro lado, los brotes de esperanza que deberían iluminar estos «tiempos oscuros» parecen sofocados: el «multiculturalismo se ha debilitado» y las «organizaciones globales han sido silenciadas».
Así comienza el discurso que el cardenal George Jacob Koovakad, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, pronunció en la sesión plenaria del VIII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, titulado Diálogo entre religiones: sinergia para el futuro, que se celebra desde hoy, 17 de septiembre, hasta mañana, en Astana, capital de Kazajistán.
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El foro interreligioso reúne a un centenar de delegaciones procedentes de unos sesenta países, entre las que se encuentran eminentes líderes espirituales del islam, el cristianismo, el budismo, el judaísmo, el hinduismo, el taoísmo, el zoroastrismo y el sintoísmo, así como representantes de organizaciones internacionales, académicos y personalidades públicas.

Tras describir con desencanto la situación actual tanto de la «historia de la humanidad» como del «planeta Tierra, nuestro hogar común», el cardenal Koovakad se dirigió a los líderes religiosos que le escuchaban: «¿Cómo podemos aportar luz? ¿Cuál debería ser nuestro enfoque?».
«Estamos aquí – respondió inmediatamente después el cardenal – para reflexionar sobre nuestra responsabilidad común: cambiar el curso de la historia de la violencia a la paz; llevar esperanza a un mundo desesperado; salvaguardar el medio ambiente».
Desarrollo y paz para todos
El cardenal propuso reflexionar sobre tres factores «esenciales para la construcción de la paz y la cooperación interreligiosa». El primero, argumentó el cardenal, «es la necesidad de desarrollo social, económico, cultural y espiritual de cada persona». Una referencia a la encíclica de Pablo VI, Popolorum progressio, según la cual «el desarrollo es el nuevo nombre de la paz».
«El desarrollo – reiteró Koovakad – es una condición previa que permite a las personas vivir con dignidad, libres de presiones indebidas, con la posibilidad de ser felices. Este bienestar no puede reservarse solo para algunos y excluirse a otros. Debe ser equitativo, de lo contrario no durará».
Sin Dios no hay esperanza
El segundo factor es que «el diálogo vertical» con Dios «abre una nueva visión de esperanza para la humanidad y para la Tierra». «No hay esperanza sin Dios, que es la verdad suprema», subrayó el cardenal, quien también recordó cómo «nuestras tradiciones religiosas han generado culturas y civilizaciones, defendiendo al mismo tiempo los derechos y el respeto de la dignidad humana y de la Tierra».
"Es nuestro deber como líderes religiosos, infundir en la sociedad terrenal los valores universales presentes en nuestras respectivas tradiciones religiosas para reorientar la historia hacia un mundo armonioso"
Los Diez Mandamientos son un ejemplo de cómo «la ética global puede arraigarse en las tradiciones religiosas». «Si se interpretan en el contexto actual – añadió el jefe del Dicasterio – los Mandamientos pueden inspirar caminos de paz y reconciliación». De ahí deriva la misión de los líderes religiosos ante el mundo: «Es nuestro deber – advirtió el cardenal – como líderes religiosos, infundir en la sociedad terrenal los valores universales presentes en nuestras respectivas tradiciones religiosas para reorientar la historia hacia un mundo armonioso».
Permanecer unidos
El tercer factor, identificado por el prefecto para el Diálogo interreligioso para devolver la esperanza a la humanidad y al mundo, es que «no nos salvamos solos, estamos interconectados y somos interdependientes».
"La colaboración entre las religiones del mundo no es opcional, sino 'indispensable'"
«Nuestras religiones – subrayó, citando esta vez la encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco – nos enseñan que somos una sola familia humana, hermanos y hermanas unos para otros». Por lo tanto, la colaboración entre las religiones del mundo no es opcional, sino «indispensable».
Una señal de esperanza
De nuevo, citando al Papa Francisco, el cardenal repite la advertencia expresada durante el difícil período de la pandemia de Covid-19: «No nos salvamos solos». El mero hecho de estar juntos en el congreso de Astana «es un signo de esperanza», añadió.
Y concluyó su intervención con las palabras del Papa León XIV a los participantes en el Encuentro Interreligioso celebrado en Bangladesh del 6 al 12 de septiembre: «Permanezcamos unidoscontra las fuerzas de la división, el odio y la violencia que con demasiada frecuencia han afligido a la humanidad».
