Un cristiano no puede ser pesimista.
| Luis Van de Velde
“No hay derecho para estar tristes. Un cristiano no puede ser pesimista. Un cristiano siempre debe alentar en su corazón la plenitud de la alegría. Hagan la experiencia, hermanos, yo he tratado de hacerla muchas veces y en las horas más amargas de las situaciones, cuando más arrecia la calumnia y la persecución, unirme íntimamente a Cristo, al amigo, y sentir más dulzura que no la dan todas las alegrías de la tierra. La alegría de sentirse íntimo de Dios, aun cuando el hombre no lo comprenda a uno. Es la alegría más profunda que puede haber en el corazón. (20 de mayo de 1979)
Vivimos tiempos de crisis. Los cimientos de las sociedades se tambalean. Tememos verdaderos terremotos sociales, económicos y políticos. En Europa, la última guerra de Rusia contra un país vecino, ahora Ucrania, hace que tanto Rusia como los países occidentales vuelvan a aumentar de manera extrema los gastos militares. Los inversores en las industrias militares ven el futuro con optimismo. Pero son los pueblos los que lo pagan con sus impuestos. En varios países europeos se están realizando ajustes estructurales para equilibrar las finanzas públicas. En lugar de gravar seriamente los ingresos y las fortunas más altas, se están anunciando reducciones en las inversiones en áreas sociales. La era Trump II hace temblar toda la economía mundial con guerras económicas, expulsión de migrantes, militarización acelerada, despidos de instancias (sobre todo sociales) estatales, cierre de agencias de ayuda humanitaria, negación del calentamiento global, etc. Serán los más pobres del mundo los que carguen con la parte más pesada de la cruz. Además de estas crisis internacionales y globales, cada país vive sus propias crisis de debilitamiento democrático, de regímenes de excepción (como en El Salvador) y de dictaduras, como en Nicaragua, donde se aplasta a quien puede suponer un peligro para los intereses de la familia en el poder.
En medio de estas situaciones estresantes y muy preocupantes, suena ahora la frase de Monseñor: «Un cristiano no puede ser pesimista». No creemos que Monseñor vaya a compartir los eslóganes ideológicos de los poderosos que anuncian que van a hacer América nuevamente grande, que anuncian tiempos de bienestar, o que un país empobrecido pronto será como un país del primer mundo, o que justifican la (para-) militarización de la sociedad para, dicen, defender la patria.
La llamada de Monseñor Romero nos invita a explorar una dimensión más profunda de nuestro ser. No estamos solos. En medio de estas tempestades está Jesús, el Cristo. «Unirme íntimamente a Cristo, al amigo. La alegría de sentirse íntimo de Dios». Y Monseñor, al compartir su propia experiencia, nos sigue invitando a profundizar en aquella celdita de nuestra conciencia o de nuestro corazón, ahí donde Dios nos habla en el silencio.
En estos tiempos de crisis, vale la pena dedicar tiempo para volver a leer y reflexionar los evangelios, reconocernos en cada personaje que se encuentra con Jesús y escuchar sus palabras como si estuvieran dirigidas a nosotros. Ir al encuentro con Jesús en personas y familias con más dificultades, con más dolor, con más miedo. Escucharlos como Jesús escuchaba.
Hay muchas situaciones en la vida que no comprendemos, que no deberían haber sucedido o suceder, que provocan sufrimiento, soledad y decepción. Muchas veces no somos responsables de ellas, y en otras ocasiones somos víctimas de la irresponsabilidad (o maldad) de otros. En otras, son consecuencias de nuestro propio actuar. Pero, en cada situación, monseñor nos invita y nos motiva a buscar esa «alegría más profunda que puede haber en el corazón», viviendo la cercanía de Jesús que nos acompaña y que, en varias circunstancias de la vida, ya nos ha tomado en sus hombros. Padre Rogelio decía que estaba convencido de que más temprano que tarde volveremos a encontrar el camino hacia la justicia y la fraternidad. Nos pide que no nos desanimemos y que sigamos adelante. No tengamos miedo.
Cita 5 del capítulo IX (La Esperanza ) en el libro “El Evangelio de Mons. Romero”