Tras la participación de la presidenta Boluarte en la festividad de Santa Rosa de Lima El cardenal Castillo carga contra "la figuración" y pide "no andar fantaseando lo que no somos"

Castillo, durante su homilía
Castillo, durante su homilía AdL

«Los lugares de mérito y de honor no se buscan, se encuentran a consecuencia de un obrar justo. Convenzámonos de eso y no vivamos de apariencias. Dejémonos penetrar por el amor de Dios, que se anonadó para servir a los últimos de la tierra»

Es el mensaje que nos deja el Cardenal Carlos Castillo en la homilía del domingo XXII del Tiempo Ordinario, celebrado junto a los bomberos voluntarios del Perú

«Necesitamos organizar un país distinto, en donde siempre el pobre tenga el primer lugar

(Arzobispado de Lima).- El pasaje del Evangelio del hoy (Lucas 14, 1. 7-14) narra cómo Jesús, estando en casa de un fariseo, observa a los invitados elegir los primeros puestos. A través de una parábola, el Señor nos recuerda la importancia de compartir con los pobres y descartados. Para el arzobispo de Lima, esta es una enseñanza valiosa que nos exhorta a rectificar nuestras actitudes egoístas.

Esta ambición desmedida por obtener el poder es un reflejo de lo que viene sucediendo en el mundo. «La pretensión de lo impretendible – apuntó el Prelado – nos conduce hacia una manera de vivir basada en la figuración y en la apariencia, olvidando por completo que estamos para servir y no para servirnos de los demás».

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En cambio, la actitud de colocarnos en el último lugar, está entroncada en la tradición del siervo sufriente que entrega su vida. «Jesús no se miró a sí mismo, sino que pasó haciendo el bien, educó a su pueblo, alentó a las personas y murió anonado. Eso es lo que quiere decir: el que se humilla será exaltado, será enaltecido«,, argumentó.

El Cardenal Castillo también precisó que la actitud humilde del cristiano no consiste en el exhibicionismo, sino en «dedicarse a pasar desapercibido, trabajar en lo secreto y lo sencillo», porque los lugares de mérito y honor no se buscan, «se encuentran a consecuencia de un obrar adecuado y justo».

Aprendamos a vivir una vida sencilla que no busca ni alardes, ni aplausos, ni ambiciones de poder, sino cumplir nuestra tarea de servicio diario, cotidiano, concreto. Ya el Señor se encarga de que una persona pueda ir avanzando y encontrando un lugar.

El obispo de Lima puso el ejemplo del Papa León XIV que, «siendo americano, se hizo peruano porque amó este país y se anonadó con nosotros». Sin hacer alarde ni ufanarse de poseer muchas cualidades, Robert Prevost fue elegido gracias a la inspiración del Espíritu Santo en el Cónclave. Ese anonadamiento para servir, por lo tanto, no representa la anulación de los dones y habilidades que Dios nos ha dado, pero sí es fundamental orientarlas a ayudar a otros. Y agregó:

La figuración es una frivolidad, es destructiva del ser humano porque lo hace vivir de apariencias y no de la sincera y sencilla realidad que vivimos. Tenemos que aprender a reconocer nuestros límites y no andar fantaseando lo que no somos.

Cuando el Señor nos llama a compartir el banquete con los últimos de la tierra, está apuntando a que actuemos con entrañas de misericordia. «No basta que seamos, también necesitamos solidarizarnos permanentemente con los humildes», reiteró el arzobispo.

Carlos Castillo advirtió que, en un país en donde abundan los pobres, es indispensable que desarrollemos nuestra capacidad de ser solidarios. «Necesitamos organizar un país distinto, en donde siempre el pobre tenga el primer lugar; ayudarnos a comprender las situaciones difíciles y crear organizaciones económicas distintas a las que tenemos».

En ese sentido, la presencia del Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú es un claro ejemplo de cómo las jerarquías no importan al momento de ayudar en una emergencia: «Ustedes son los primeros que salen adelante, sin distinción. Han aprendido muy bien a organizarse. Su servicio desinteresado y voluntario nos estremece», comentó el purpurado.

En un mundo cada vez más habituado a despreciar y desechar a los pobres, es necesario que haya solidaridad y sensibilidad por parte de quienes tienen el mando de las naciones.

Finalmente, la experiencia sinodal y comunitaria puede ser una respuesta para encontrar soluciones a las graves crisis que afrontamos tanto a nivel social como dentro de la Iglesia. Así lo refirió el Cardenal Castillo:

«Si nosotros mejoramos nuestra Iglesia dialogando y haciéndola sinodal, podemos superar ese estilo mandón que en la Iglesia muchas veces ha imperado. La participación comunitaria nos recuerda que la Iglesia escucha a su pueblo, y la verdadera jerarquía está en el servicio, no en las veleidades. El amor que hemos recibido de Jesús no se impone, se suscita, se sugiere, se inspira», reflexionó.

En alusión a la fiesta de Santa Rosa de Lima, patrona de América, el arzobispo de Lima pidió que «nos dejemos penetrar por su amor irrefrenable por los pobres». Solo así podemos aspirar a que nuestra Iglesia sea un modelo que inspire a los demás pueblos.

Dina Boluarte realiza su petición a los pies del anda de Santa Rosa de Lima
Dina Boluarte realiza su petición a los pies del anda de Santa Rosa de Lima Presidencia del Perú

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