Nuevo Arzobispo de Bogotá El ‘modo Francisco’ se abre paso: ‘evangelización sinodal, con pasión, sin protagonismos y a las periferias’

Toma de posesión del Nuevo Arzobispo de Bogotá
Toma de posesión del Nuevo Arzobispo de Bogotá

Con la posesión del nuevo Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia, Mons. Luis José Rueda Aparicio, quedan abiertas las puertas para una evangelización al estilo de Francisco

Su actitud sencilla, su mirada fraterna y su evidente gratitud al recibir el legado del Cardenal Salazar, son algunos de los rasgos con los que se revistió el inicio de su ministerio

Desde ahora, su clero visualiza a un hombre de figura pequeña y de configuración inmensa: “No predicamos una teología de la prosperidad sino una espiritualidad de la fraternidad y de la esperanza”

Tras agradecer y alabar la Iglesia que le ha dejado su predecesor, Cardenal Rubén Salazar Gómez, añadió: “Quiero dirigirme a todos, para manifestarles mi entera disposición como servidor del Evangelio… Vengo a caminar con ustedes”

En la posesión del nuevo Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia, Mons. Luis José Rueda Aparicio, quedaron abiertas las puertas para una evangelización al estilo de Francisco: sinodal, con pasión, sin protagonismos, y yendo a las periferias urbanas y ‘periferias existenciales’, en la Iglesia Metropolitana más grande del país.

“Se requiere asumir una renovada espiritualidad misionera y sinodal en los niños, en los jóvenes en los adultos y ancianos, en la vida consagrada y en nosotros los ministros de la Iglesia… con la pasión que nos enseña y describe el papa Francisco: la misión es una pasión por Jesús, pero al mismo tiempo una pasión por su pueblo”, pronunció con vehemencia durante la homilía de 25 minutos, en la que evidencio la amplia visión que ha extendido sobre esta Iglesia Arquidiocesana.

Su actitud sencilla, su mirada fraterna y su evidente gratitud al recibir el legado del Cardenal Salazar, son algunos de los rasgos con los que se revistió el inicio de su ministerio, en una inmensa catedral prácticamente vacía a causa de la cuarentena. Lo acompañaron solo cuatro obispos, algunos presbíteros y religiosas y un puñado de laicos, entre los que se encontraban varios parientes del nuevo Arzobispo.

“Es la Iglesia la que envía al apóstol. Este envío eclesial supera cualquier tentación de liderazgo individual, porque con Bernabé es la Iglesia misma, de manera sinodal la que se pone en camino hacia el mundo… en nuestro tiempo, nos urge a todos retomar con alegría, cada día, y en cada momento, el ardor de la espiritualidad de comunión misionera, la pasión evangelizadora”, dijo, en su homilía, citando al papa Francisco.

A partir del perfil del apóstol san Bernabé ofrecido por la liturgia de la Palabra este 11 de junio, monseñor Rueda presentó lo que podríamos llamar el estilo de evangelización al que apuntará: venido de la diáspora, enviado, en comunión con la Iglesia, dispuesto a la entrega, con una espiritualidad de la ‘diaconía’, del servicio, dirigida a los más pobres, a las periferias, sin distinción alguna, bajo el patrocinio de Santa Isabel de Hungría, en la capital colombiana.

Posesión
Posesión

“También hoy el Señor nos pide buscar a los alejados, acercarnos a los que se han ido, acompañar a los que están solos, ayudar a los que se han equivocado, perdonar a los que nos han hecho daño, creer en el otro, así como Dios ha creído, y cree, en cada uno de nosotros… es lo que han hecho Bernabé, sin ninguna discriminación ni de raza, ni de género, ni de condición social”, enfatizó serenamente, mientras su ornamento rojo resaltaba la memoria del sacrificio del Apóstol.

Monseñor Luis José, conocido ampliamente en el país suramericano por dedicar sus esfuerzos y atender personalmente el dolor en medio de la violencia, la pobreza, los procesos de paz, los diálogos de reconciliación y la atención a los indígenas del sur del país, dejó claro que los más débiles, los pobres, los excluidos están en la mira de su corazón al iniciar su misión en Bogotá.

“La santidad no consiste en no equivocarse o en no pecar nunca. La santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y, sobre todo, con la capacidad de reconciliación y de perdón.”. Sin embargo, su insistencia en que es un trabajo de ‘todos juntos’, pretende aunar esfuerzos con todos los implicados en procesos que permitan una reconstrucción de la sociedad colombiana, profundamente marcada por la polarización. De ahí que se dirigió a todos los gobernantes del país, a los legisladores, a los líderes sociales y a las fuerzas vivas: “les manifiesto mi disposición para que aunemos fuerzas, para que tendamos puentes de encuentro, para que forjemos una sociedad más justa y fraterna, y para que trabajemos unidos por la reconciliación y la paz de Colombia”.

Este joven arzobispo de 58 años, nacido en una región campesina (San Gil, Santander) cercana a Venezuela, décimo entre once hermanos, trabajó en oficios varios para ganar su sustento; ingresó decidido al seminario para hacerse sacerdote en 1989; y luego de su misión en la formación sacerdotal, parroquias, delegaciones y otros servicios pastorales. Llamado al episcopado en 2012, para la diócesis de Montelíbano, en el caribe colombiano, solicitó de sus cuidados por la problemática social heredada por el paramilitarismo. Por su estilo cercano, humilde y evangélico, hace apenas dos años fue elegido como arzobispo de Popayán, una de las Iglesias más queridas y tradicionales de Colombia, hoy marcada por los embates de grupos violentos al margen de la ley, que han dado muerte a campesinos inocentes e indígenas, bajo el azote del narcotráfico; muy próximo a la frontera con Ecuador. Este hombre es ahora quien servirá en la Capital colombiana, centro de las fuerzas políticas, educativas y económicas que gobiernan la Nación, como se lo recordó en Nuncio del Papa, Mons. Luis Mariano Montemayor, en un excelente resumen de la situación socio, política y cultural de Bogotá, al inicio de la celebración.

Posesión Bogotá
Posesión Bogotá

“Hoy contemplo con gratitud la Obra de Dios realizada en estos cuatrocientos cincuenta y seis años de historia de la Iglesia de Bogotá; es la certeza de que otros han arado el terreno, sembrado y abonado… cuarenta Arzobispos”, recordó monseñor Rueda.

Alabo y bendigo a Dios, por la sabiduría misionera y la audacia evangelizadora de su eminencia el señor Cardenal Rubén Salazar Gómez. En verdad me llena de alegría recibir una Iglesia bien estructurada, un plan de evangelización en plena marcha, con unos organismos evangelizadores bien articulados, dos seminarios que se distinguen por la calidad de sus procesos; 554 presbíteros de un clero bien formado, fraterno y disponible, muchos de ellos, -de ayer y de hoy-, con olor de santidad”. Integrar el ‘modo Francisco’, despertar la creatividad y asumir nuevos retos es el nuevo paso.

“Esa espiritualidad de la diaconía que nos impulsa a custodiar el santuario de la familia, el santuario del trabajo, el santuario de la creación, es lo que debe identificar a la Iglesia de Bogotá… una Iglesia que se hace solidaria de toda la humanidad”. Para esto, le apuesta a la importancia de la experiencia de Jesucristo: “la centralidad de la dimensión litúrgica produce en el Pueblo de Dios, la actitud contemplativa en medio del trabajo, le da equilibrio a la vida, entre la acción y la celebración.”

Desde ahora, su clero visualiza a un hombre de figura pequeña y de configuración inmensa: “No predicamos una teología de la prosperidad sino una espiritualidad de la fraternidad y de la esperanza”.

El reto queda ahora en manos de su clero, de sus congregaciones religiosas, movimientos eclesiales, agentes pastorales y fieles en general, en medio de grandes obras como el SEAB, sistema educativo arquidiocesano, 297 parroquias, que son el polo a tierra y la encarnación del plan evangelizador que ha entrado en el ‘Nuevo Ritmo’, para que se unan a este impulso del Espíritu que encarna mons. Rueda: “Quiero dirigirme a todos, para manifestarles mi entera disposición como servidor del Evangelio… Vengo a caminar con ustedes, vengo a orar con ustedes, vengo a evangelizar con ustedes, -y cuando Dios me conceda esta gracia-, vengo a morir con ustedes.”

Al final de la homilía se congratula por la reapertura de los templos parroquiales, luego de que la Iglesia ha manifestado su apoyo irrestricto a las campañas de protección de la vida por parte del gobierno, en medio de la pandemia, ha entregado miles de toneladas de alimentos a los más necesitados, ha manifestando cercanía a quienes han sufrido a causa del virus y apoyo a quienes se ven en la confusión que ha dejado la cuarentena: “La liturgia… nos lleva de la división y la beligerancia al respeto de las diversidades, a la comunión de corazón... necesitamos celebrar en los templos”.

Toma de posesión
Toma de posesión

Etiquetas

Volver arriba