Galgos, podencos, la CEE y don Andrés Torres Queiruga.

Por momentos me he creído espectador y parte de la famosa película de Buñuel, "La Vía Láctea". ¿Que no la han visto? No puede ser que un creyente no haya "visionado" tan soberbia relación de asuntos teológicos y de tan profundo calado.

En realidad no es película para crédulos. Se necesita bastante sentido irónico y hasta intelección teológica para caer en la cuenta de lo que la película quiere ser: el cachondeo de la inteligencia cuando accede o es testigo de discusiones teológicas profundas.

Veamos: Torres Queiruga fue declarado, por parte de la CEE (Conferencia de Obispos), reo de "distorsión" de la fe común y vetado hace pocos días por el Obispo de Santiago del Estero. El prócer obispo argentino no hacía otra cosa que seguir el eco de las invectivas y correcciones provinientes del solar donde reina soberano el inmaculado teologal madrileño, el Sr. Rouco Varela, príncipe de la CEE.

He aquí los cargos presentados y probados (los recojo de la portavocía infocatólica):

- TQ se aparta de la fe en la clara distinción entre el mundo y el Creador y la posibilidad de que Dios intervenga en la historia y en el mundo más allá de las leyes que Él mismo ha establecido.

- Se aparta de la enseñanza eclesial respecto a la novedad de la vida en el Espíritu que Cristo nos alcanza, con la consiguiente distinción entre naturaleza y gracia, entre creación y salvación. Así como [respecto a] la necesidad de la gracia sobrenatural para alcanzar el fin último del hombre.

- Yerra respecto al carácter indeducible de la Revelación, mediante la cual Dios ha dado a conocer al hombre su designio salvífico, eligiendo a un pueblo y envia[n]do a su Hijo al mundo.

- También yerra respecto a la unicidad y universalidad de la mediación salvífica de Cristo y de la Iglesia.

- Asimismo no está de acuerdo con el magisterio oficial respecto al realismo de la resurrección de Jesucristo, en cuanto acontecimiento histórico (milagroso) y trascendente [Quien entienda cómo se pueden casar estos tres conceptos --histórico, milagroso y trascendente-- tiene titulación suficiente para ser profesor de "la Gregoriana"].

- No concuerda con la fe prescrita respecto al sentido genuino de la oración de petición, así como al valor de la intercesión y mediación de la Iglesia en su oración por los difuntos, especialmente en la Eucaristía.

- Y no está concorde con el magisterio oficial respecto a la distinción real entre el momento de la muerte personal y el de la parusía, entendida ésta como culminación y plenitud de la Historia y del Mundo.


A decir verdad, la nota es extensa y densa --cerca de 30 apartados, donde en el 27º (vigésimo séptimo) se ofrece la síntesis citada-- y tiene fecha de marzo de 2012. Ha cobrado actualidad entre foros creyentes por la negativa del obispo de Santiago de Estero a autorizar actos académicos con presencia del teólogo gallego.

No me considero un lego en cuestiones teológicas (entre otras cosas, por haber tenido que destripar tantas veces el Diccionario de Teología de Ed. Herder). Aun así me ha costado entender qué es lo que realmente afirma Torres Queiruga y qué prescribe la Iglesia.

No sé quién puede ser aquí el galgo y quién el podenco, aunque lo sustancial es dejar constancia de lo evanescente del asunto. Estaría por afirmar que ni siquiera para ellos tiene interés el meollo doctrinal. Lo que prima es el "ordeno y mando" respecto al único asunto donde alguien ordena y manda, la doctrina, llave laboral para muchos "magistri" que necesariamente han de vivir de su trabajo docente. Y si no, que se lo digan a nuestro compañero de fatigas blogueras, Xavier Picaza.

En tanto dirimen la galgopodenquería, el pueblo ignaro, ajeno a tanto trajín neuronal que tiene a los teólogos enjutos de cuerpo y cariceñidos de rostro, pasa de largo viendo cómo le entra flojera visceral ante asuntos de tanto calado relacionados con los relatados en la cita. Otro tanto le sucedería con los temas a los que hace referencia "La Vía Láctea", como la eucaristía, la naturaleza de Cristo, la Trinidad, el origen del mal, la inmaculada Concepción o el libre albedrío.

Seguro estoy de que si se pidiera opinión a cuantos por aquí recalan, lo mismo podrían estar asintiendo a ambos que cayendo en una tercera, cuarta o sexagésima herejía.

Visto desde fuera, Iglesia, CEE y el tropel de obispos unisonales, entonan el cántico celestial de Juan Palomo: "Yo me lo guiso, yo me lo como".
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