Mitos New Age. II Profecías de Nostradamus y 11-S.

Por MANUEL BARREDA.


Mi respuesta a la amiga que enviaba fue la siguiente:

No te preocupes por las profecías. No dan pie con bolo... hasta que alguien, siempre a toro pasado las reinterpreta (¿para qué sirven si no estaban claras hasta “después” del suceso de cuyo acaecimiento tratan de advertir?)...

Bien... Nueva York no es una ciudad nueva: tiene casi 3 siglos y medio con ese nombre y uno más como ciudad; se fundó en 1625 como Nueva Ámsterdam, pues antes que inglesa fue holandesa. Por entonces, Nostradamus llevaba bastantes décadas muerto.

Podríamos, a fin de mantener el interés analítico, incluir en el término “nuevas” a cualquier ciudad desconocida para Nostradamus o para su tiempo (1503-1566), lo que afecta a muchas de las ciudades actuales más importantes. Esto restaría algo de mérito adivinatorio o predictivo, pero estamos decididos a ponérselo fácil a Nostradamus. Por si fuera poco, el mensaje es muy vago: alguna vez caerán “dos hermanos” en una “ciudad nueva”...

Piénsese en que esos dos hermanos deberían haber sido Hiroshima y Nagashaki… Pero eso significaría un poco de visión histórica de la que el intérprete de Nostradamus parece carecer… (también Hiroshima sería fundada después de la muerte de Nostradamus, en 1589. Y aun durante décadas fue una ciudad desconocida, como muchas otras muy lejanas o inicialmente pequeñas, para un occidental. Incluso para aquél francés de origen provenzal y judío).

Pero no nos apresuremos: Nostradamus fija con precisión el lugar, nos dicen los promotores de su condición profética. Cita “los grados de latitud” y se nos argumenta que los acierta con precisión exacta.

Pero ¿qué significan esos grados? Los meridianos no se proponen hasta 1773, y su adopción oficial, que incluye la designación del punto 0 en el Meridiano de Greenwich, no tiene lugar hasta 1885. Ya tenía que ser “adivino” Nostradamus, y hablar para gente de nuestro tiempo, mas ni se molestó en esclarecer estos detalles a la gente del suyo (a la que supuestamente dirigía sus predicciones)…

Pero en fin, sería extraño que algo coincidiera. Nueva York no está a 45º Lat N, sino a 40º y a 73º Long W. Si hubiera habido un día de mucho de calor, la cuarteta tendría más sentido (el cielo “ardería” a 45º C, aunque se trataría de un “ardor” ciertamente simbólico).

En suma, falla casi todo…Los normandos eran los vikingos (daneses, noruegos, suecos...), que habían hecho incursiones durante los siglos IX a XII, en especial en el Mar del Norte y el Mediterráneo (Francia, Inglaterra, Portugal, España, Sicilia, Italia y Antioquía). Podría referirse a los ingleses, que llevaban sangre normanda y se habían adueñado de Normandía, desde donde emprendían invasiones durante la Guerra de los 100 años (1337-1453). Pero Nostradamus vive casi un siglo más tarde.

En realidad, la guerra que acaecerá unas décadas tras su muerte es la de los 30 años, en la que Suecia tendría un papel relativamente vencedor. Pero nótese que hay que “interpretar demasiado”. Y obviar que para Nostradamus el resultado no sería tan alarmante: Francia sería el otro país vencedor, si es que dentro de aquél desastre (al que se considera “última guerra de religión”) cabe distinguir algo que merezca ser celebrado.

Cualquier análisis ha de ser hecho con perspectiva. Primero histórica, luego atendiendo a lo que quiere decir el autor y a lo que debería decir (de tener “dotes” adivinatorias de cualquier significación) y no dice.
Nostradamus vivió en el XVI, su cita se supone que data de 1564, año más, año menos (aunque ni esto ha cuidado el articulista, que indica “1654”).

Así que repasemos:

1) No concuerdan los grados (ni siquiera de temperatura). No existían los meridianos. Cierto que estaba desarrollada la cartografía y se realizaban cartas náuticas para la navegación marítima. Pero éstas carecían de cualquier cuadrícula. Lo más aproximado a ellas iba a proponerlo (aunque sin éxito hasta mucho más tarde) Mercator en 1569 (sus proyecciones cartográficas cilíndricas), tres años después de la muerte de Nostradamus.

2) El ataque de las Torres Gemelas de Nueva York no puede relacionarse, ni remotamente, con los normandos.

3) Nadie en su sano juicio llamaría a N. Y. “la ciudad de Dios”. Esa, para un francés, sería claramente Roma... el gran jefe sería un Papa y el edificio que resistiría el Palacio del Vaticano. De elegirse otra “ciudad de Dios”, podría imaginarse París, o, tal vez, alguna europea que resistiera algún asedio armado por motivos religiosos.

4) En el caso neoyorquino habría ocurrido justo lo contrario: el “gran jefe” habría sobrevivido y sólo un par de edificios no lo habrían hecho (además de unas cuatro mil personas inocentes, no relacionadas con aquél)...

5) La sexta centuria ha ya tiempo que pasó. O bien era la del propio Nostradamus, que no llegó a conocer la última guerra de religión (con triunfo normando: sueco; pero también francés, lo que distaría de ser temible para el astrólogo y médico provenzal); o bien, si preferimos comenzar a contar desde su propio siglo, la profecía, aún no ha tenido tiempo de acaecer… Aunque en este caso sobraría la cuarteta referente a la 9ª centuria (o deberíamos de pensar que se refiere a algo que sucederá después del año 2300). En cualquier caso, haríamos bien en revisar asuntos más relevantes para su época, en especial los relativos al papado, la pólvora y las incursiones normandas...

6) Puestos a interpretar, “a posteriori” y poniendo imaginación, la 9ª centuria podría referirse a un escenario de la Segunda Guerra mundial. Sí... en ella una isla fue atacada con fuego escalofriante... ¿A quién podría resultarle más digno de mencionar el choque de un par de aviones contra dos edificios que los desastres de nuestras dos guerras mundiales? Compárense los Boeing con las dos bombas atómicas que arrasan ciudades enteras y dejan secuelas que permanecen. Tampoco el número de víctimas ni su significación ética admiten comparación. Hiroshima y Nagasaki marcan un antes y un después. Los escasos miles de civiles norteamericanos muertos en las torres gemelas ni siquiera se acercan en número a los civiles muertos a manos de soldados americanos en Irak y Afganistán. Pero ¿por qué iba a llamar un judío francés a una ciudad japonesa que aún estaba por fundarse “la Ciudad de Dios”?

7) El solsticio invernal dista de caer en verano o en el mes de septiembre. Cae el 21 de diciembre. La primavera, el otro extremo invernal, queda aún más lejos de la fecha 11-S. Ya es mala suerte para lo defendido por la web que el incidente terrorista ocurriera cerca de un equinoccio y que éste fuera el de otoño. Es de imaginar una repercusión mayor si la profecía hubiera dado alguna en el clavo. Pero no es el caso. El deseo del intérprete lo lleva a ver lo que no hay.

8) La novena centuria tiempo ha que pasó... La fecha prevista nunca fue 2001.

9) Los “entendidos” en profecías ya habían fallado previamente. De la lectura de Nostradamus obtuvieron fechas escatológicamente relevantes. Los había partidarios de un fin del mundo en 1984, luego surgieron los de 1999 (“el séptimo mes, un gran rey bajará del cielo y el mundo temblará”)... Y, siempre, un Papa muerto en medio del caos...
Aunque, la verdad, no ocurrió nada de ello...
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