¿Todo Santo, Todos Santos o Todos los Santos? (1)

por "EMÉRITOAGUSTO"


Santo, Santo, Santo; Sancta sanctorum; Santísimo, Su Santidad, santos y santas del cielo, santificar, santificado sea tu nombre, santiguarse, santón, santurrón, santito(que no san-Tito), Santo Oficio, Santa Cruzada, Santa inquisición, santuario, camposanto, Sant-yago...

¿Día de “Todos los Santos” o de “todo lo santo”?. Porque, por lo que se ve, se dice y se oye, “todo es santo, santificable ”.

Basta coger el diccionario por el gaznate para que te suelte toda una retahíla de voces conexas. No “vocablos”: “voces”, porque normalmente se usan con énfasis.

Cualquier “profano” se puede preguntar: “Pero, con certeza, qué es la santidad?” La respuesta del “fervoroso” sería inmediata: “La perfección cristiana”: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. (¡Anda, que no has puesto alto el listón!)

Todos sabemos que lo de la santidad no es nada nuevo. Ya el hinduismo y los budistas en su doctrina veneran desde antiguo a “gurús” o “santones”; y en el Tibet, a los monjes lamas. En todos los tiempos, pueblos y civilizaciones ha existido y existe lo santo.

Desde el punto de vista de la Biblia, el único “santo” por antonomasia es Dios: “Yo soy Yahvé, tu Dios, el Santo de Israel...” (Is.43,3). El resto, personas, animales o cosas, son santos en tanto en cuanto se “ajustan” a la “voluntad de Dios” (personas) o son empleadas para el “culto a Dios” (animales y objetos).

Todo y todos pueden ser santos; o sea, todo santo, todos santos: el Santo Padre, la Santa Sede, la santa Iglesia, el santo grial, la santa cena, la sábana santa, los santos óleos, el camposanto, la semana santa, el santo patrono, el santísimo sacramento (ya en superlativo)... Hasta Santillana y Santander...

A partir del N.T., la idea de santo se concreta y especifica: “Todo bautizado es santo porque en el bautismo ha recibido el Espíritu de Dios, quien lo ha consagrado y le ha dado su misma vida”.

(Resumo la doctrina de la Iglesia. No es cuestión de alargarnos con citas).

Y ahora pregunto yo: Si es así, ¿por qué hacer una lista de santos “especiales” y “específicos”?

Canonizar significa “incluir a una persona en la lista oficial (canon) de los santos venerados en la Iglesia”. Dicen que no encierra ningún sentido de dignidad ni preeminencia sobre ningún otro miembro del Pueblo de Dios, sino que incluye dos realidades:

-la de refrendar que tal persona, con certeza infalible, está en el cielo gozando de la presencia de Dios.
-la de proclamarlo modelo universal y oficial para todo cristiano (católico, claro).


¿Podemos estar seguros de que quien es canonizado es verdaderamente “perfecto”?. ¿Debemos “creer” con certeza absoluta que ese tal está viendo a Dios cara a cara? ¿Y los demás por qué no? Ya sé que no se les excluye; pero por qué no se les “incluye”? ¿Existen los santos “preferentes” y los del “montón”?

No me resisto a reproducir aquí una “perla” del señor Fraga Iribarne (entrevista publicada en un periódico de tirada nacional, 8-10-06):
P.- ¿Le gustaría ser beatificado?
R.- “¡Vaya si me gustaría! Pero no por el hecho de salir en los periódicos, sino por tener la seguridad de la salvación.”
¡¡Bravo, chapeau. De antología!!
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