El testimonio de la luna

El salmo 89 es un himno y oración al Dios fiel. En el versículo 38 habla de la luna, y la llama “testigo fiel en los cielos”. La luna es testigo de la fidelidad de Dios a sus promesas porque ella, con su curso exacto, muestra cómo Dios no falta nunca a lo que una vez estableció.

La luna hace valer su testimonio. Su amanecer y su ocaso, sus fases y sus eclipses, sus cercanías y lejanías, y las mareas que causa y el rostro que enseña han sido siempre los que debían ser según el almanaque astronómico de todos los tiempos. No ha fallado nunca. Ese es su testimonio. Con su experiencia nos dice:

“El Dios que ha cumplido su promesa en mí, la cumplirá en vosotros. El Creador que es fiel en mantener las órbitas de los cuerpos celestes en el firmamento, lo es también, y con mayor cariño y compromiso, en proteger los caminos de los hombres y mujeres sobre la tierra. Fijaos en mí y tened fe en Dios. Nunca os fallará.”


Este mismo sentido leen ojos hebreos en la oración que Cristo nos enseñó: “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” Es decir, los astros del cielo cumplen fielmente las leyes que Dios prescribió para ellos, así nosotros hemos de seguir en nuestra vida y conducta las leyes que Dios ha inscrito en nuestros corazones para el bien universal de todos los que formamos en multitud infinita su creación única. Ésa es la bella petición diaria que nos invita a levantar los ojos al cielo, a ver el sol y la luna y las estrellas a admirar y adivinar en su grandeza y su regularidad la presencia de Dios y experimentar su fidelidad.

“Los cielos celebran,Yahvéh, tus maravillas".

Texto: Magua
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