Cercanía en el Arzobispado “es imposible de realizar como ustedes piden”: Cardenal Carlos Aguiar




Guillermo Gazanini Espinoza / El 6 de junio, se hizo del conocimiento público el inició de las consultas para el eventual desmembramiento de la Arquidiócesis de México ycrear tres nuevas iglesias particulares que estarían en las zonas más pobres con grandes dificultades de la Ciudad de México: Iztapalapa, Xochimilco y Azcapotzalco.

La mejor argumentación oficial del desmembramiento ofrecida hasta el momento circuló en un video clip informativo del arzobispo primado de México quien, en poco más de dos minutos, pretende justificar lo que tiene poca justificación. Para “aclarar y orientar”, el cardenal Aguiar basa su dicho en la demanda de “cercanía” hecha por el presbiterio el 12 de febrero.

Adornando sus palabras con fotografías del área de Nezahualcóyotl, la cual exhibe un terraplén cubierto de líneas y concreto, es leitmotiv que quiere impactar al espectador para descubrir la primera deposición hecha por Aguiar Retes en su arzobispado: “Esa cercanía es imposible de realizarse como ustedes la piden”.

Después, con varias imágenes de las reuniones entre el nuncio apostólico Franco Coppola y el encargado de la CEM para la creación de nuevas diócesis, Mons. Eugenio Lira Rugarcia, Carlos Aguiar afirma que el acercamiento a los fieles sólo puede ser efectivo con obispos distintos a él, con toda la plenitud, pero que en la praxis funcionarán a la manera de séquito bajo la autoridad del metropolitano.

Aguiar tendrá el descargo del “40 por ciento del trabajo pastoral” para quedarse con la porción de la Ciudad más rica, mejor comunicada, mas estructurada y menos compleja económicamente, mientras que las periferias serán desmembradas, casualmente las zonas más pobres, deprimidas y más populosas que no representan fuentes poderosas de riqueza a las arcas de la Arquidiócesis Primada y, sin embargo, son manantial de vocaciones sacerdotales además de acoger en su seno las más queridas y ancestrales muestras de piedad y devoción popular de la Ciudad de México.

Las ambiciones de Aguiar están enfocadas en la centralización pastoral y económica con las mejores estructuras con un solo plan pastoral “a lo largo y ancho de la Arquidiócesis”, pero su propuesta comienza a ser cuestionada por el presbiterio arquidiocesano el cual plantea las reales consecuencias de este desmembramiento.

Después del comunicado del 6 de junio, a través de un texto difundido en redes sociales atribuido al Pbro. Salvador López Mora, quien estuviera a cargo de la pastoral indígena y de actividades en Cáritas, expone sólidos argumentos que superan en mucho la demagogia pastoral y simplista del cardenal Aguiar sobre la cercanía.

En el amplio documento, se recuerda que la división de la Arquidiócesis no es cosa nueva, su aplazamiento se debió para “dar una respuesta adecuada a la misión evangelizadora en esta iglesia particular”. De esta forma, reafirma lo que los documentos de la Iglesia refieren para que las diócesis sean coincidentes con “las conglomeraciones demográficas de este pueblo coincidan en lo posible con los servicios e instituciones sociales que constituyen la misma estructura orgánica. Por lo cual el territorio de cada diócesis ha de ser continuo.”

Continúa expresando cómo, en la práctica, la diversidad de la Iglesia arquidiocesana se afianza en su comunión con el ordinario: “Descentralización y delegación de los quehaceres del arzobispo a los obispos auxiliares se basan en la comunión, la confianza, la fraternidad afectiva y efectiva. En otras diócesis reconocen esta experiencia, no sólo por la capacitación que adquieren los vicarios episcopales sino porque realizan su ministerio episcopal no sólo a la manera de los vicarios parroquiales”.

Por otro lado, estas fundadas argumentaciones ofrecen lo que poco se ha explorado en este eventual desmembramiento: el impacto a los fieles y los alcances pastorales. Exponiendo el caso de Tlalnepantla, López Mora afirma que “podemos creer que el culto y la gran cantidad de celebraciones que realizamos son una carga pesada que retrasa la evangelización, en lugar de aprovechar la presencia de los feligreses ocasionales; no acabamos de convencemos de que para la mayoría de los fieles el momento de la ceremonia es indispensable, lo que se puede convertir en el inicio de un proceso de maduración en la fe. Si esta práctica pastoral financia gran parte de nuestra pastoral ¿por qué no darle un mayor contenido evangelizador?”

Tal conclusión se infiere cuando, en los párrafos del escrito, se reconoce que el camino pastoral hecho en la Arquidiócesis de México, en su estructura actual bajo ocho vicarías de pastoral, “constituye la unidad pastoral más importante porque trabaja en comunión con el Ordinario, se reúne con él cada semana y, en lo que se refiere a su labor pastoral, cuenta con su anuencia y respaldo. Además, atiende en equipo la misma arquidiócesis y ejerce las tres funciones recibidas en la ordenación episcopal, a saber: santificar, enseñar y gobernar” consolidada en la Misión Permanente.

López Mora da cuenta de lo que llama resistencias. Sin embargo, no son sólo las del presbiterio, también están las del Arzobispo Primado. De acuerdo con el presbítero: “El sentido común nos dice que dichas resistencias son mutuas, tanto de quienes servimos desde hace varios años en esta iglesia particular, como de parte del nuevo arzobispo y su equipo. Las resistencias tienen, en primer lugar, un aspecto positivo y creo que éste abarca la mejor parte de esta dimensión. Resistir firmes en la fidelidad a la misión de Cristo, resistir a la tentación de la división en la comunidad. En ese sentido, coincidimos ambos porque somos hijos de la misma Iglesia. Por otra parte, las resistencias en los métodos para lograr lo que nos propone el Evangelio, son una oportunidad para sumar esfuerzos o se pueden convertir en un obstáculo desgastante”.

Las conclusiones son por demás categóricas y fundadas: “La creación de nuevas diócesis es viable pero no necesaria porque mantener una experiencia de colegialidad episcopal en la arquidiócesis responde mejor a la realidad de la Ciudad de México”.

El video clip de Aguiar concluye en un triunfalismo que parece más propio de aquél que quiere sacudirse el problema, el de la pobreza, para servir en la cómoda abundancia bajo un esquema de control absoluto ejercido por él y su equipo más blindado. A la manera de políticos en campaña, Aguiar concluye: “Tendré la satisfacción de visitarlos en sus parroquias, conocerlos personalmente y cumplir, estar cerca de ustedes”. Cerca de los que más pueden en la Ciudad… ¿Qué pensarán aquéllos en las periferias ahora al parecer excluidos por el pastor calificado y “capaz de dialogar con todos, pobres y ricos”, como ha sido adulado y adornado? El todoterreno, se volvió calabaza.

Ofrecemos el amplio documento del padre Salvador López Mora como se difundió en redes sociales para los lectores de este blog:


CDMX 06 DE JUNIO DE 2018

Hoy apareció un comunicado de la Arquidiócesis Primada de México para informarnos que se realizó una consulta para la creación de nuevas diócesis en la Ciudad de México. No es una propuesta nueva. En tiempos del cardenal Ernesto Corripio Ahumada, dicha iniciativa se puso a la consideración de la CEM y, en el período del cardenal Norberto Rivera Carrera, también se quiso desmembrar la arquidiócesis. Podemos preguntarnos por qué no se llevó a cabo dicho proyecto. No se trató de posponer una necesidad pastoral imperiosa sino de dar una respuesta adecuada a la misión evangelizadora en esta iglesia particular. Veamos:



Dice el comunicado: “para ofrecer una atención más cercana y eficaz a los fieles”. Precisamente por eso se crearon las vicarías episcopales territoriales con un obispo auxiliar al frente; luego continúa: para “lograr una mejor coordinación de los procesos pastorales y tener una mayor integración y fraternidad de los presbíteros”. Lo anterior ha sido una preocupación constante de los señores obispos de las ocho zonas pastorales, quienes han implementado una serie de acciones para que se convierta en una realidad. El presbiterio se reúne por decanatos y vicarías, y esto impulsa más las reuniones arquidiocesanas porque no se pierde la conciencia de pertenencia a la iglesia particular sino se fortalece.



Al inicio el comunicado hace referencia a que la arquidiócesis coincide territorialmente con la CDMX, por lo tanto, reafirma lo que dice el documento Christus Dominus n. 23,1 del Vaticano II que trata las circunscripciones de las diócesis: . . . “procúrese que las conglomeraciones demográficas de este pueblo coincidan en lo posible con los servicios e instituciones sociales que constituyen la misma estructura orgánica. Por lo cual el territorio de cada diócesis ha de ser continuo” y, cuando el comunicado, se refiere al número de parroquias, presbíteros, diáconos y a su distribución en ocho vicarías, reconoce que la estructura responde y va de acuerdo con el número de feligreses que habitan dicha población. Por otra parte, aunque el número 22 de la Christus Dominus, al referirse a las megalópolis, habla de dividir, desmembrar, unir, cambiar límites, elegir sedes episcopales, también se refiere a disponer un nuevo ordenamiento, el cual se ha ido configurando, para esta arquidiócesis, desde la gestión del cardenal Miguel Darío Miranda.



La creación de nuevas diócesis es viable pero no necesaria porque mantener una experiencia de colegialidad episcopal en la arquidiócesis responde mejor a la realidad de la CDMX.
• Si la provincia eclesiástica puede homologar acciones pastorales con los obispos titulares, con mayor razón lo puede hacer la arquidiócesis con los vicarios territoriales.
• Si las nuevas diócesis serán parte de la provincia de México ¿qué aportarán cualitativamente en la atención pastoral que las diferencie de las vicarías?
• El Arzobispo Primado de México, con la creación de nuevas diócesis, complicaría innecesariamente su relación con el gobierno de la CDMX y sus nuevas alcaldías, en lo que respecta a los proyectos conjuntos en las diversas áreas.

Cuando la diócesis de Tlalnepantla se elevó a la categoría de arquidiócesis fue para responder a las necesidades pastorales de la región, aunque todavía no se daba el actual crecimiento exponencial de la población. Pertenecía a la región metropolitana, pero luego se creó la metropolitana circundante y finalmente se constituyó como provincia ¿Era necesario que hubiera otra arquidiócesis y que se constituyeran dos provincias que comparten gran parte de la misma zona socioeconómica y demográfica? Considero que esta decisión se transformó más en una reafirmación de la independencia diocesana que en una oportunidad de coordinación pastoral. Ahora se quiere homologar la práctica pastoral, sobre todo en lo que se refiere a la administración de los sacramentos de iniciación cristiana, aprovechando que es el mismo obispo provincial quien está al frente de las dos provincias, pero, parece que, en lugar de hacer más eficiente la estructura arquidiocesana de México para lograr este propósito, se hace más complicada y puede ser que los resultados sean contraproducentes o no sean los esperados. Me pregunto si en el futuro próximo se continuará esta homologación o las diócesis y las provincias volverán a su inercia de una necesaria independencia pastoral.



Otro aspecto de las megalópolis es la gran movilidad por cuestiones laborales que determinan, muchas veces, el domicilio. Muchos de los obispos auxiliares, de los presbíteros y diáconos vienen de fuera. Si el ingreso de los seminaristas ya no puede estar condicionado por la situación matrimonial de los padres, menos debe serlo la cuestión de domicilio. Uno de los problemas migratorios con los vecinos de Norteamérica es que no recurren a la memoria histórica de sus antepasados migrantes. Ahora, si se quiere exigir más a los a los párrocos para que promuevan las vocaciones locales con el testimonio de su vocación, seguramente surgirán vocaciones, pero no necesariamente para el seminario conciliar. La promoción vocacional, aunque es local es su implementación no tiene fronteras en sus resultados.

En la visita del señor arzobispo Carlos Aguiar a la II Vicaría nos dijo: … “En la práctica las vicarías funcionan como diócesis independientes” … O sea que hay una percepción objetiva de que funcionan en la práctica como diócesis, porque para eso se crearon, pero no son independientes, sino que ejercen una necesaria autonomía. No obstante, todas las dificultades que esto implica, el consejo episcopal de esta arquidiócesis constituye la unidad pastoral más importante porque trabaja en comunión con el Ordinario, se reúne con él cada semana y, en lo que se refiere a su labor pastoral, cuenta con su anuencia y respaldo. Además, atiende en equipo la misma arquidiócesis y ejerce las tres funciones recibidas en la ordenación episcopal, a saber: santificar, enseñar y gobernar.



En esta arquidiócesis, la descentralización y delegación de los quehaceres del arzobispo a los obispos auxiliares se basan en la comunión, la confianza, la fraternidad afectiva y efectiva. En otras diócesis reconocen esta experiencia, no sólo por la capacitación que adquieren los vicarios episcopales sino porque realizan su ministerio episcopal no sólo a la manera de los vicarios parroquiales. Además, los presbíteros y diáconos, sentimos en la persona de los obispos auxiliares no sólo un representante o delegado del arzobispo sino la presencia del Jesús el Buen Pastor. Son más que una figura administrativa.

También el señor cardenal Carlos Aguiar se ha referido a las resistencias. El sentido común nos dice que dichas resistencias son mutuas, tanto de quienes servimos desde hace varios años en esta iglesia particular, como de parte del nuevo arzobispo y su equipo. Las resistencias tienen, en primer lugar, un aspecto positivo y creo que éste abarca la mejor parte de esta dimensión. Resistir firmes en la fidelidad a la misión de Cristo, resistir a la tentación de la división en la comunidad. En ese sentido, coincidimos ambos porque somos hijos de la misma Iglesia. Por otra parte, las resistencias en los métodos para lograr lo que nos propone el Evangelio, son una oportunidad para sumar esfuerzos o se pueden convertir en un obstáculo desgastante. Por ejemplo: la estructura de la arquidiócesis ¿funciona mejor centralizada en la curia del arzobispado u organizada a través de la coordinación de las vicarías territoriales?; el seminario ¿debe realizarse, en buena parte, en las parroquias porque así la formación es más aterrizada y actual o debe mantener su esquema de internado, pero con un enfoque pastoral?; los sacramentos de la iniciación cristiana ¿en qué orden se deben administrar y cuántos años se requieren para su recepción?

Los que hacemos propuestas pastorales podemos creer que la forma es el fondo. La novedad del Evangelio no se identifica con un método, pero sí nos hace luchar por una convicción de servicio al prójimo, por eso defendemos nuestros planes y tratamos de convencer a los demás de su bondad y conveniencia. Es como cuando nos cambian de parroquia, porque el padre que se va dice que hizo lo mejor que pudo, el que llega dice que hará lo mejor posible, los feligreses, en mayor o menor medida, están en comunión con ambos. Así es, la Iglesia es guiada por el Espíritu Santo y su historia se seguirá escribiendo.

En el primer encuentro que tuvimos con el señor arzobispo en la casa Huipulco, nos invitaba a la comunión operativa (homologar acciones). Es un verdadero reto en esta arquidiócesis y considero que se ha trabajado mucho en este rubro y se ha hecho un gran esfuerzo. Todavía no se recogen los frutos esperados. Me parece que la indicación del señor cardenal Carlos Aguiar en este ámbito es muy necesaria. El discernimiento nos enseña que lo operativo no es uniformidad. El criterio evangélico pastoral de los ministros ordenados siempre será indispensable en la conducción de la comunidad.

Efectivamente el cambio de época que nos recuerda el arzobispo implica no sólo una visión de futuro para sentar las bases, sino que las acciones que ya realizamos son el camino para lograrlo. La Encarnación del Señor asume, tanto al resto fiel como a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vamos a poner un ejemplo práctico: Podemos creer que el culto y la gran cantidad de celebraciones que realizamos son una carga pesada que retrasa la evangelización, en lugar de aprovechar la presencia de los feligreses ocasionales; no acabamos de convencemos de que para la mayoría de los fieles el momento de la ceremonia es indispensable, lo que se puede convertir en el inicio de un proceso de maduración en la fe. Si esta práctica pastoral financia gran parte de nuestra pastoral ¿por qué no darle un mayor contenido evangelizador?



Finalmente, la Misión Permanente como marco del proceso evangelizador en esta iglesia particular desde hace varias décadas es, sin duda, la mejor oportunidad para la sinergia pastoral con el señor cardenal Carlos Aguiar Retes. Las imágenes del arzobispo visitando casas, nos recuerdan las imágenes del Papa Francisco cuando era arzobispo de Buenos Aires. Algunos pastores que se han desempeñado más en el ámbito académico y directivo, al experimentar y descubrir esta beta preciosa de la evangelización con sentido misionero se convierten en fuertes impulsores de la caridad y de la justicia en el Pueblo de Dios, en la sociedad y, son un punto de referencia indispensable para la conciencia eclesial de los agentes evangelizadores.

Gracias por su atención. Atentamente. Pbro. Salvador López Mora.

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