#sentipensares2025 ISABEL, MUJER A EMULAR

| Martha Eugenia, Mujer Mariposa
- En hebreo Juan, Yohanan, significa “Dios ha mostrado su gracia”
- El nombre Zacarías, de origen hebreo, significa "Dios se ha acordado" o "Dios recuerda"
- Isabel tiene origen bíblico. Se deriva del nombre hebreo Elisheba, que significa "Dios es mi juramento" o "Promesa de Dios".
Cada 24 de junio, la iglesia Católica celebra a uno de los tres seres humanos por su nacimiento, con que lo hace. Los otros, María, madre de Jesús y Jesús mismo.
En Lc 1, 13-20. 24-25. 59-60 se nos dice que: "Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Isabel te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada. Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. Después de aquellos días concibió su mujer Isabel, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías;pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan."
Zacarías es incrédulo ante el mensaje divino, aunque hacía oración de petición por un hijo. En la cultura judaica, cuando no había hijos, a la que se responsabilizaba era a la MUJER, pues se decía que el hombre ponía la semilla, por lo que la infecundidad era porque aquélla no estaba bien. Era tan vital el hecho de la maternidad y con mucha mayor relevancia si daba a luz varones; que la esterilidad era vista como una maldición divina hacia la MUJER, ya que ser madre era la razón de ser de la MUJER dentro de la comunidad.
Y también es cierto, que en ese tiempo el promedio de vida tanto de varones como de las MUJERES, era muy inferior a la hoy en día. Aunque había algunos en especial los de clase acomodada que vivían un poco más que el promedio. Por lo que el no tener hijos para Zacarías e Isabel era muy mal visto, pero para Isabel era ignomioso. No obstante, la Madre/Padre misericordioso le permite a Isabel resarcir su esterilidad y en la vejez concibe y da a luz a un hijo varón, Juan el bautista, precursor de Jesús el Mesías.
Otra de las costumbres eran que a la parturienta y por la cuarentena se les apartaba para que no contaminara con la sangre a los varones que la rodeaban. Pues por el hecho de estar sangrando la hacía una impura y por tanto era excluida de acuerdo a las leyes de su pueblo, así que necesitaba estar asistida por otra u otras mujeres durante ese lapso, para los menesteres necesarios.
Por lo que Isabel, no sólo es vieja cuando concibe, sino que ha enfrentado por varios años el oprobio comunitario de la esterilidad, si se toma en cuenta que la mujer judía era desposada desde muy jovencita, cuando ya estaba en edad de concebir. Así como la desaprobación de su marido Zacarías, que independientemente de que la amara o no, como varón de su cultura, no deja de pensar como tal, ante la esterilidad de su esposa.
Pero Isabel es una mujer fuerte, que al concebir en edad avanzada, también se mantiene apartada de su comunidad, pero cuando llega María su pariente a visitarla, ella estando ya en el sexto mes de embarazo, la Ruah divina la posee y saluda a María reconociéndola como la madre de su Señor.
María permanece con ella y es muy probable que haya conocido a Juan, recién nacido y hasta cuando fue circuncidado. Pero en ese intervalo qué tantas confidencias no se hicieron como MUJERES, como embarazadas qué tanto se confiaron una a otra, qué le habrá enseñado Isabel, mujer vieja a María, una joven aún desposada, qué habrá aprendido María al asistirla durante el parto y después en la cuarentena de Isabel, qué tanto se fortalecieron ante la inminencia del parto, una como MUJER mayor ante el hecho y asombro del esposo mudo y la incertidumbre que le causaba; la otra como MUJER joven aún sin vivir con José, su esposo; ambas embarazadas primerizas, qué miedos compartieron, qué ilusiones acogieron.
Y llegado el momento vital, en que muchas morían en ese importantísimo momento de dar a luz, qué tanto enseñó Isabel, MUJER vieja a María, MUJER joven para cuando estuviera en la misma situación. Y solas, porque la costumbre exigía que ellas como MUJERES se atuvieran a hacer todo lo necesario, sin importar el esfuerzo o sacrificio que requería ser madre. Con tan sólo la satisfacción de haber cumplido con el rol que culturalmente se les exigía, es decir la capacidad y el hecho de ser madres y mejor de varones.
Pero aún más, ante la presión que Isabel vivió de los de su comunidad en el momento de la circuncisión de su hijo, ella con valentía en contra de la costumbre, levantó la voz y dijo se llamará Juan. Ella la que su nombre significa Promesa de Dios, tuvo la osadía contra la costumbre cultural, y dijo con voz clara, el nombre para su hijo, ante el asombro de los que la rodeaban y tal vez, aún de la misma María.
Por eso a Isabel de la tribu de Aarón, madre de Juan el Bautista, familiar de María, esposa del sacerdote Zacarías y mujer vieja que dio a luz contra todo pronóstico, nosotras MUJERES del hoy, tenemos mucho que emularle y agradecerle por su valentía ante lo improbable, por su fe en la misericordia divina, por su decisión de estar, ante todo pronóstico a desfavor, por sus enseñanzas a María, como MUJER y por criar a Juan con la decisión y rectitud que necesitaba para la misión que le aguardaba.
¡Gracias Isabel por el legado que nos dejaste, y sororas te recordamos y agradecemos cada 5 de noviembre!
Martha Eugenia,
Mujer Mariposa.