Seguro que en más de una ocasión nos hemos hecho esta pregunta: ¿hasta cuándo Señor? ¿Por qué triunfa la violencia, la injusticia, la opresión y tantas cosas por encima del bien? Parece que siempre gana el que más tiene, que el dinero hoy día todo lo compra, todo lo puede. Cuanto más tienes, más puertas se te abren… es como si Dios permitiese que sus hijos sigan sufriendo, y de nuevo nos interpelamos: ¿Dónde estás? Como respuesta. El silencio. Y ante ello seguimos cuestionándonos. ¿Por qué sigue mirando nuestro dolor y sufrimiento en silencio, por qué se mantiene pasivo ante tanta injusticia? Si creemos en un Dios justo ¿por qué no actúa? ¿Cómo establecer de nuevo la justicia, la igualdad de un pueblo que ya no puede más?... Pero ante todo ello Dios siempre responde, podemos estar seguros. Aunque no es un mago con barita mágica, sino no sería Dios y sí, un monigote hecho a nuestro antojo y necesidad…
Recordemos que Él siempre tiene la última palabra y ésta no es el mal, a pesar de parecerlo. El dolor y las injusticias contra lo más débiles se pagan, de eso podemos estar seguros.
En este momento nos pide fe, nos pide esperanza y fidelidad. Sé que no es fácil, pero es lo único que puede hacer cambiar al mundo. Tenemos que seguir siendo centinelas, volver a encontrar la luz y ¿dónde está la luz?, es difícil confiar cuando no tenemos trabajo, nos van a desahuciar o no tenemos para comer, pero los cristianos tenemos que seguir fiándonos de Dios, porque llegará un día en el que la opulencia se vuelva contra los poderosos, la riqueza se convierta en miseria, y es que la última palabra no la tienen los explotadores, la tiene Dios. Recordad que la fidelidad del justo es lo que triunfará…