Como Monseñor Romero, así fue también Rogelio.
No debemos ceder a la desesperación y el desánimo. Siguen sembrando; al final habrá una cosecha abundante.
No debemos ceder a la desesperación y el desánimo. Siguen sembrando; al final habrá una cosecha abundante.
"Mi amistad con Rogelio comenzó en enero de 1978, cuando llegué a El Salvador para compartir la experiencia pastoral de las comunidades eclesiales de base en la zona norte de la capital" "He sido...