CUANDO NOS DEFENDEMOS DE LA VERDAD (MC 3, 22-30). San Francisco de Sales

(CUANDO NOS DEFENDEMOS DE LA VERDAD, MC 3, 22-30).-

24 de enero, San Francisco de Sales, patrono de los periodistas

Hoy, cuando se celebra el día de los periodistas, de los agentes de la comunicación, de quienes tienen en su mano los medios difusores para contar la realidad, narrar la historia, y crear, según sean de honestos, un clima social grato o violento, libre o constreñido, la liturgia del III lunes del Tiempo Ordinario, propone un texto providente.

En el Evangelio aparece la confrontación entre Jesús y los escribas, que ante la doctrina y los hechos que observan que hace el de Nazaret, al verse desestabilizados, irrumpen en maledicencias, infundios y calumnias para quitarle autoridad.

Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Es frecuente descubrir hechos poco trasparentes, tendenciosos, llevados con la estrategia de la mentira, del encubrimiento, en vez de dejarse conducir por la transparencia y por la verdad, cuando el otro nos molesta o, por las razones que sean, nos produce sentimientos encontrados, hasta posibles celos; cuando su comportamiento nos denuncia, y su manera de pensar nos desestabiliza.

Una reacción natural, frente al que sentimos adversario, es el intento de desacreditarlo, de la forma que sea. Un recurso contra el diferente es dudar de su cordura. Así lo manifestaron los familiares de Jesús, cuando fueron a buscarlo. Otra actitud más grave es el pasar a la acusación moral, hasta el extremo de señalarlo como poseído por el Malo, estar endemoniado.

Si la sospecha de locura acerca de una persona se queda en el plano de la naturaleza, de lo psicobiológico, sobre lo que en muchas ocasiones no se tiene responsabilidad porque puede ser dolencia involuntaria, la acusación de que Jesús tenía dentro un espíritu inmundo alcanza a lo espiritual e íntimo de la persona, a lo más sagrado, por ser la acusación de orden moral y religioso.

Ante el riesgo de hacer daño con nuestras palabras y de caer en el mayor pecado, que es ir contra la verdad, ser refractarios a la verdad, confundir la verdad con la mentira, actitud que denuncia Jesús en el Evangelio, deberíamos hacer el propósito firme de respetar siempre a las personas, sobre todo lo que se refiere a su intimidad.

De todos depende la construcción de una sociedad limpia, sincera, respetuosa, en la que rige la ética de la verdad y del bien. El ambiente de descréditos, mentiras, medias verdades, manipulaciones de los hechos, ocultamiento de datos, estrategia por confundir deberán ser corregidos y evitados, o de lo contrario, denunciados.

Es muy fuerte la sentencia que hoy da Jesús: “Todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás”. Porque el que así actúa se cierra a la posibilidad de perdón.
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